EL DERECHO A DECIDIR SOBRE NUESTROS CUERPOS
Dora Coledesky es abogada feminista. Es una impulsora fundamental de las luchas por los derechos de las mujeres. Integran la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Libre y Gratuito. Para quienes compartimos con ella diferentes momentos de esta batalla, en los últimos años, es siempre una compañera solidaria, dispuesta a enseñar, y a compartir los caminos de su
experiencia. Ha participado de diferentes talleres de géneros y educación popular, en los que nos ayuda a problematizar nuestras propias prácticas.
¿Cómo te inicias en la vida política?
Bueno, hay mucho por contar. Empezaría diciendo que existen dos saltos importantes en mi vida. El primero fue salir de Tucumán y venir a Buenos Aires. Esto significó salir del feudo, salir de un medio muy prejuicioso. El segundo salto fue Francia, donde conocí el feminismo. Pero tengo que admitir que fue muy importante conocer el norte, sus relaciones sociales, los/las trabajadoras/res del azúcar, que no tienen nada que ver con Buenos Aires. Es como si fuera otro país.
Yo había nacido en Buenos Aires y me trasladé con mi familia a Tucumán a los 14 años. Un gran impulsor de mi militancia fue mi padre. Recuerdo una anécdota que me marcó toda la vida. Había una manifestación que hacían los estudiantes y era peligrosa, por los nacionalistas. Yo dudaba, pero mi padre me dijo: “Tienes que ir, en la vida hay que luchar por algo”. Él era de ideas socialistas, me estimuló en mi estudio, primero en el bachillerato y después en la facultad. Era la época de la Guerra Civil Española, que fue importante en nuestras vidas. En mi casa, mi padre recibía los periódicos La Vanguardia y Argentina Libre, de los socialistas, y yo me los tragaba todos, tenía más o menos 14 o 15 años. A pesar de lo que le debo a mi padre, yo quería mucho a mi madre. Tuvo una vida muy difícil, trabajó desde los 14 años. Mis padres nos criaron, a mis dos hermanas y a mí con mucha libertad.
Es algo que quiero destacar, tengamos en cuenta la época. A pesar de ser judíos, aunque habían nacido en la Argentina, nunca nos inculcaron el racismo, ni la religión.
Mi vida política comenzó en la Federación Secundaria Tucumana, donde ingresé casi al final del bachillerato. Allí conocí a Ángel, mi marido. Me impresionó desde el primer momento. Aunque yo no entendía mucho, pero me convencían sus ideas, su lucha contra el estalinismo. Aún sin saberlo era trotskista. Después seguimos en la carrera de Derecho. Era un hombre descollante, muy inteligente, de gran dignidad, y me ganó espiritualmente, nos enamoramos profundamente. Pero tengo que reconocer que la admiración que yo le tenía obró a veces como un escollo para avanzar en mi propia liberación, que fue necesario construirla a lo largo de los años, como ocurre en todas las parejas militantes. Con él empecé a participar en un partido trotskista, el Partido Obrero Revolucionario. Cuando dicho partido tuvo legalidad, yo intervenía en los actos públicos. En aquélla época era esto raro y me sirvió para formarme en la oratoria. Ya siendo abogada,
ingresé a trabajar en una fábrica textil. A esto se le llamaba “proletarización”. Como te decía, ingresé a trabajar en esta fábrica donde trabajaban 5000 mujeres. Allí elaboraba lo que entonces se llamaba “hoja de fábrica”, que reflejaba los problemas gremiales. En ella escribía lo que las
propias mujeres decían. Siempre digo que era absurdo esto de la proletarización, como si desde afuera se pudiera inculcar las ideas, o como si los dirigentes pudieran ser puestos desde afuera y no surgir desde la misma clase. A pesar de ello, siempre digo que para mí fue una experiencia extraordinaria, que no la cambio por nada.
Después de que me echaran, seguí yendo a la puerta de la fábrica a entregar volantes, y en los años 50 participé en una huelga muy importante que duró 40 días. Hubo un acto en el Luna Park, y allí fue donde dije el primer discurso feminista, sin ser feminista aún. La industria textil tenía un 80 % de trabajadoras y nadie las incluía en los discursos ni ocupaban los lugares de decisión. Esto lo denuncié en ese discurso. ¿Qué paso con ese partido? Creo que tendría que ser objeto de un libro. Se burocratizó, degeneró y esto me sirvió para comprender sus causas y quizás es una de las razones de mi desconfianza a todos los partidos de izquierda y a los dirigentes burocráticos.
¿Cuándo te exiliaste?
En septiembre de 1976 nos exiliamos en Francia. Fue allí donde conocí el feminismo. Conocí feministas descollantes, maravillosas. Primero comencé a vincularme con otras exiliadas latinoamericanas, y armamos el Grupo de Mujeres Latinoamericanas. Conocí a colombianas, venezolanas, peruanas, mexicanas, y aprendí mucho de ellas. Recuerdo que cuando el Papa fue a
México, hicimos un manifiesto que lo habíamos terminado con el tema de la lucha de clases, y una peruana me dijo que no, que tenía que decir luchas de clases y lucha de sexos. En el congreso de la Liga Comunista Revolucionaria de Francia (LCR) se dijo que el movimiento feminista debía ser autónomo de los partidos. Esto se aceptó en el congreso mundial de la liga, aunque muchos no querían. Ése fue un éxito que tuvimos.
Junto a Ángel y otros compañeros y compañeras habíamos armado una tendencia en el partido. Ésa es la ventaja que tenía la LCR, que se podían armar tendencias, y eran reconocidas sin condiciones, algo bastante democrático, lo que no quiere decir que no hubiera burocracia. En esta tendencia que habíamos constituido, se reunían muchas personas capaces, entre ellas muchas
feministas y homosexuales, lo que no es casual ya que ellos eran los que tenían las ideas más revolucionarias. Pero, como te decía, muchas y muchos se fueron yendo, y esto afirmó a la burocracia.
Con el Grupo de Mujeres Latinoamericanas hicimos un encuentro continental.
Nos vinculamos con las refugiadas de Holanda, Suecia, Bélgica y Alemania y vinieron a nuestro encuentro. Nos reunimos en un convento, llegamos a ser alrededor de 100 mujeres. Realizamos tres talleres, uno sobre sexualidad, otro sobre mujer y refugio y el tercero sobre partidos políticos. Recuerdo que llamó mucho la atención mi intervención cuestionando a los partidos
políticos. También hicimos otro encuentro en Bélgica. Con el tiempo el Grupo de Mujeres Latinoamericanas se fue reduciendo, algunas volvían a sus países, otras se desmoralizaban, y otras cuando empezaron a tener hijos no quisieron hablar más del aborto, algo curiosísimo. Antes de regresar tuve una polémica con algunas compañeras que plantearon que el aborto legal estaba bien en Europa, pero no en América Latina. Imagínate cómo me puse, esto generó cierta distancia. En ese momento pensaba que a mi regreso a Argentina, uno de los objetivos de mi lucha iba a ser el aborto legal. Esto era algo que defendía desde joven, porque había estudiado a Lenin y Trotsky, y ellos estaban a favor del aborto, pero cuando joven lo defendía de manera
principista. Luego de mi paso por Francia y al haber conocido el feminismo, era uno de mis principales objetivos en la lucha.
¿Cómo fue la solidaridad en Francia?
En una oportunidad se realizó un encuentro sobre feminismo en la universidad, donde participaron alrededor de 500 mujeres. Allí con la ayuda de una compañera realizamos un comunicado sobre las dictaduras en América Latina. En otra oportunidad estuvo presente la Madre de Plaza de Mayo María Adela Antokoletz. Hablé con las organizadoras para que le dieran un espacio para hablar. En aquel momento recorrí todos los talleres diciendo que en una pausa iban a hablar las Madres de Plaza de Mayo. Luego, un 8 de marzo, reemplazamos el nombre de una calle. Se llamaba Rue Bonaparte y las feministas francesas lo cambiaron por rue “Las folies de la Place de Mai”, o sea Las Locas, no quisieron poner madres y pusieron locas.
Por dos amigas que conocí en el Grupo de Mujeres Latinoamericanas ingresé a trabajar en una imprenta. Una de ellas colombiana, aún nos seguimos comunicando. Estas compañeras me presentaron a unas exiliadas españolas que me ofrecieron este trabajo. Ellas pensaron que yo no iba a aceptarlo y para mí era fenómeno. Me emociono pensando en estas compañeras, fue muy
importante la solidaridad que recibí de ellas. El grupo de trabajo era muy lindo, había dos argentinos, una chilena, una griega -de la que me hice muy amiga-. También un argelino, que me contaba cómo era la situación de las mujeres en Argelia y me pedía consejos. Después entró otra argentina de la que también me hice muy amiga. Me parece que ahora está en un geriátrico,
ella cantaba tangos.
Cuando se hacia la conferencia general, trabajábamos de noche, pero algunas no aguantaban. En los intervalos, para distraernos, Diego y Ester (los dos argentinos) cantaban tangos, y eso traía mucha alegría al lugar.
También organizamos asambleas que se hacían cada quince días, eran muy importantes estas asambleas, a través de ellas conseguimos muchas ventajas.
Pero al tiempo las cosas se pusieron feas y querían limpiarnos. Entonces acepté una especie de beca que nos dieron para empleados judiciales, a mí y a todos los exiliados abogados argentinos y chilenos. Ahí conocí a una abogada feminista, Sophie Thonon, que nos enseñaba francés
a todos nosotros/as y con quien seguimos teniendo relación. Mabel Gabarra estaba entre las alumnas. Otra abogada que nos ayudó mucho era la feminista Colette Auger, que hizo un habeas corpus dictado por mi marido y vino a la Argentina en medio de la dictadura, y con todos los peligros a presentarlo.
Nosotros/as constituíamos el Grupo de abogados refugiados en Francia (GAEF). Yo había elaborado un proyecto de ley para las refugiadas. Ella lo tradujo y lo presentó en un ministerio que se ocupaba de la mujer.
¿Querrías hablarme de tu hijo?
Es para mí bastante difícil hablar sobre mi hijo, como puedes imaginarte.
Pero no puedo hacer referencia a mi vida sin hablar de él que ocupa un lugar esencial. Teniéndolo muy joven, a los 24 años, creo que sufrió mucho las vicisitudes de nuestra vida de militantes. Quizás por ello yo no quería tener otros hijos, aunque para él hubiera sido importante tener
un hermano o hermana, pero la historia no puede retrotraerse. La época era entonces muy difícil y él fue criado a los tumbos. Sin embargo, a pesar de ello, fue una excelente persona, estoy orgullosa de él, tenía fuerza, coraje para enfrentar la vida, una honestidad y nobleza en todas sus actitudes, generosidad para ayudar a los demás. Tenía muchas contradicciones en su carácter, fruto quizás de su formación desde la niñez, de la cual me puedo sentir responsable. Pero nos quería y creo que con el tiempo comprendió nuestra vida y mejoró mucho la relación con nosotros, sus padres.
Cuando volvimos de Francia y empezó a trabajar con nosotros en el estudio, hizo recién el secundario y la carrera de derecho. Se recibió cuando tenía más de 40 años y nos reemplazó en la profesión, de la cual hacía casi una función social. Algunos dicen que lo heredó de nosotros. Si bien no puedo negar que algo le transmitimos, mucho fue fruto de su propio esfuerzo. Tenía una excelente compañera. Lamentablemente al morir joven, a los 52 años, no llegó a desenvolver muchas cosas que prometía en su profesión, en su vida. También escribía. Tuvo tres hijos y alcanzó a tener dos nietos, que son ahora quienes nos alegran la vida frente a la enorme tristeza de su muerte.
¿Cómo surge la Comisión por el Derecho al Aborto?
En noviembre de 1987 nos invitaron a participar en una jornada que se hacia en ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio para la Mujer), y en una mesa estuvimos Laura Bonaparte, Laura Klein y yo. Allí expuse sobre las posibilidades que teníamos en la parte legal, y recuerdo que Marta Fontenla dijo que teníamos que hacer algo. Entonces, surge la idea de armar una
comisión que luche por el derecho al aborto. Es el 8 de marzo de 1988 cuando empezamos a darle forma a la Comisión por el Derecho al Aborto. Nos reuníamos varías compañeras: Laura Bonaparte, Safina Newbery, Alicia Schejter, entre otras. Una compañera que nos ayudó mucho fue la enfermera Rosa Farías, que ya murió. Ella trabajaba en el Hospital Muñiz, y había elaborado una estadística sobre aborto en su hospital, que le pedimos publicar. En ese entonces se suma a la comisión Alicia Cacopardo, y es la que hace la publicación. Rosa cuando ve su estadística en el volante, por un lado se alegra, pero también temía que la echaran. No fue así, su jefa organizó una mesa en el hospital, donde participaron médicos que explicaron las consecuencias del aborto séptico, y yo expuse sobre la parte legal. Al finalizar la charla la jefa de Rosa, dice: sólo nos queda un camino, un proyecto de ley. Esto fue grandioso, y así comenzamos a elaborar nuestro proyecto de ley. En la redacción de este proyecto intervinimos muchas compañeras. Eran reuniones muy grandes que realizábamos en un local anarquista. Cuando lo terminamos lo presentamos por la mesa de entradas del Congreso, llovía torrencialmente. Por supuesto nunca prosperó. Elaborar este proyecto de ley fue muy importante por dos cosas. La primera, tener un proyecto, esto no se le había ocurrido a nadie.
Teniendo el proyecto demostramos que era posible, y era una herramienta para difundir entre las mujeres en los encuentros. Lo segundo fue que empezamos a hacer público que el aborto era legal en otros países. Nadie lo sabía, entonces demostramos que no era algo tan terrible y
que aquí también era posible. Estos fueron dos aportes decisivos de la comisión.
¿Qué importancia tuvieron los Encuentros de Mujeres en la lucha por el derecho al aborto?
En 1988 se realiza el Encuentro Nacional de Mujeres en Mendoza. A los dos anteriores no habíamos ido. En este encuentro realizamos el primer taller sobre aborto autoconvocado. Fue muy numeroso y estuvimos muy respaldadas por Mabel Gabarra y Carmen González. Hasta el encuentro de Jujuy, que fue en el 95, lo talleres sobre aborto eran autoconvocados, entonces no venía mucha gente, salvo el de Mendoza, ya que no estaba en los programas.
En 1989 se realiza el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario. Éste fue un encuentro maravilloso, tuvimos mucha libertad y realizamos todos los paneles y talleres que quisimos. En este encuentro participa también Zulema Palma.
Otro hito en esta lucha es el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en San Bernardo, en el año 1990. Vinieron feministas de toda Latinoamérica. Tampoco estábamos en el programa. Entonces hicimos un taller en la parte de afuera de un café. Vinieron muchísimas compañeras de varios países, también Católicas por el Derecho a Decidir, que quisieron hacer el taller con nosotras y estuvo Florentina Gómez Miranda. En este taller proponemos un día latinoamericano por el derecho al aborto y una compañera brasilera propone el 28 de septiembre por ser el día de libertad de vientres en Brasil (o sea que nacían libres los hijos nacidos de esclavos). Por lo
tanto, como alegórico era bueno elegir ese día. Esto fue muy importante ya que fue recogido por todas las mujeres feministas de América Latina. Lo más importante de este encuentro fue esto, lo otro se perdió, pero esto sigue.
En este taller había brasileras, uruguayas, peruanas, bolivianas, argentinas, nicaragüenses, colombianas, que hacían abortos en los barrios con un aspirador que habían fabricado, pero después la policía se les vino encima y no pudieron seguir. También conversamos con las nicaragüenses sobre las críticas que le hacían al machismo de los sandinistas. Recién había sido
la revolución y estaban a la expectativa.
Como te decía, recién en el Encuentro Nacional de Mujeres en Jujuy en el año 1995 los talleres sobre aborto no fueron autoconvocados. Como Comisión por el Derecho al Aborto le mandamos una carta a la comisión organizadora del encuentro, diciéndoles que no queríamos más hacer talleres autoconvocados, queríamos que el aborto se integrara al programa. Entonces cuando llegamos a Jujuy, nos recibe una compañera que nos dice que habían modificado el programa para que nosotras estemos con el taller sobre aborto. Lo habían modificado sobre la marcha, ya cerca del encuentro. Se realizaron cuatro talleres sobre aborto. En estos talleres empezaron a meterse las católicas, pero era una sola, y cuando se quisieron incorporar otras, nosotras les
decíamos que no porque no habían estado desde el primer día. De todos modos en la conclusión dejamos que una muchacha exprese su opinión de que existe vida desde la concepción, aclarando que era de una sola de las que participaron. La tipa encantada con nuestra actitud. La cuestión es que los encuentros han sido muy importantes en el desarrollo de este tema. Cuando ves que miles de mujeres apoyan el aborto, y mujeres que vienen de sectores pobres no tienen la menor duda que necesitan el aborto legal. Éstas son las mejores estadísticas, siempre lo digo, la mejor encuesta es lo que expresan miles de mujeres en los Encuentros de Mujeres donde además al estar con otras es más fácil hablar y se animan a hacerlo.
En 1999 se realiza el Encuentro Feminista en Santo Domingo. Nosotras hicimos una muy buena tarea. Estábamos Alicia Cacopardo, Liliana Pelliza y Mabel Bellucci. Hubo muchas maniobras. En las conclusiones de este encuentro lo único que pusieron fue “tenemos una deuda con el aborto”. De ahí en más decidimos no seguir yendo a los Encuentros Feministas, está todo digitado,
aparte no aceptan a las travestis.
De la experiencia de estos encuentros saqué la conclusión que existen feministas y “feministas”. Como algunas ONGs que no querían que la problemática del aborto apareciera en ese momento porque tenían otros intereses.
¿Cuáles son los hitos en la historia de la Comisión por el derecho al aborto?
Un momento importante fue en 1994, cuando como comisión sacamos una solicitada para evitar que la iglesia metiera en la Constitución la defensa de la vida desde la concepción. Esa solicitada la firmaron varios artistas, fue notable. Nosotras viajamos a Santa Fe, donde se discutía la reforma de la constitución y presionamos bastante para que no saliera como quería Barra. Salió un texto ambiguo, pero no salió eso. Nos habíamos conformado como Autoconvocadas por el derecho a decidir.
Después se quiebra porque una parte de las compañeras sólo quería quedarse en la lucha por los anticonceptivos. Organizamos un juicio, donde el marido de una compañera hacia de defensor de
la ley por el derecho al aborto y yo hice de fiscal. Donde participaron el Pastor de Luca y Florentina Gómez Miranda. Ella avisó que se tenía que ir, pero antes dejó una nota con su opinión. En ella decía que estaba de acuerdo con la legalización del aborto. Redactamos un volante que se titulaba: “Nosotras acusamos”, en donde fuimos explicando como la Constitución, el artículo 19, las leyes, nos daban la razón. Aquí es la primera vez que tomamos elementos de la ley para defender la legalización del aborto.
Otro de los hitos fundamentales fue el segundo congreso de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) que se realizó en mayo de 1999. En la CTA había amigos nuestros, como Ricardo Zambrano, médico de la Federación de Salud, otro médico que ahora vive en Canadá, y el dirigente de la Federación de Salud, Carrica, que estaban a favor del derecho al aborto, por supuesto esto contribuyó. El día del congreso nos entregan a nosotras una credencial, no para votar, pero si para participar. Fuimos Liliana Pelliza, Alicia Cacopardo, Mabel Bellucci y yo, y repartimos volantes que se titulaban “La vida digna de ser vivida” a 8000 delegados y delegadas. En este volante explicábamos por qué defendíamos la legalización del aborto. Finalmente sale la resolución de despenalización del aborto y fue votada por los 8000
delegados y delegadas, menos 8 abstenciones y un solo voto en contra. La CTA luego lo ignora, no lo difunde. Pero de todos modos nosotras lo podíamos usar. Hace poco Estela Díaz, en una reunión feminista que me invitó, contó que cuando ella estaba en la secretaría de género le había sido de gran utilidad la resolución y llevó esa resolución del congreso a todo el país donde había reuniones.
Una ventaja que tenemos en la comisión es que Liliana Pelliza, trabajadora social, y Alicia Cacopardo, médica que atendía en una salita de un barrio pobre de San Martín, nos relacionan directamente con las mujeres. A Alicia le llegaban pedidos de ligadura de trompas, y entonces
empezamos a hacer judicialmente estos pedidos. Alicia redactaba los telegramas intimando al hospital a que hicieran la ligadura o quedarían sujetos a daños y prejuicios en un tal plazo. Si no nos contestaban en ese plazo acudíamos a la justicia. De cinco juicios que realizamos, cuatro los
ganamos, los jueces nos dieron la razón y obtuvimos la autorización para realizar la ligadura de trompas a estas mujeres. Alicia Cacopardo argumentaba los riesgos que corrían estas mujeres por las cesáreas. En el juicio que no ganamos apelamos. El tribunal estaba compuesto por tres
jueces, una era mujer. Ellos tomaron nuestros argumentos, entre ellos los convenios internacionales, la pobreza en que vivía esta mujer y las condiciones de salud y fallaron a favor. Este caso fue en el hospital Thompson donde presionaron tanto a la mujer, que desistió de realizarse la intervención.
En algunos casos no llegábamos a que se realizara durante la cesárea, entonces se las realizaban luego, con laparoscopia. En este tema quiero destacar el aporte que recibimos de las periodistas
Mariana Carabajal que publicó una nota en Las 12 y de Luciana Peker, que trabajaba en la revista Luna, y les hizo una entrevista a las mujeres.
Diana Maffía me pidió toda la documentación que utilizamos en estos juicios y la usó cuando estaba en al Defensoría del Pueblo para otras ligaduras, entre ellas, recuerdo una para una muchacha que tenía lupus.
No recuerdo bien la fecha en que nos transformamos en Coordinadora por el Derecho al Aborto, porque se habían incorporado otros grupos políticos y de estudiantes.
¿Qué intervención tuviste en el debate sobre las excepciones legales del articulo. 86?
Otro proyecto de ley que elaboré es el de las excepciones legales. En este proyecto fundamento que las excepciones no son solamente en caso de violación a discapacitadas sino que es para toda mujer violada, y lo fundamento con los propios tratadistas que elaboraron esa disposición del
código penal, como también los tratadistas posteriores que dicen que es en todos los casos de violación tal como está redactado. Este proyecto primero lo expusimos en la Defensoría del Pueblo donde estaba Diana Maffia, y después en la legislatura.
¿Qué intervención tuvieron en las asambleas barriales?
Cuando surgen las asambleas barriales, la Coordinadora por el Derecho al Aborto comienza a intervenir en las asambleas interbarriales de Parque Centenario, cuando ya no eran tan numerosas y se realizaban en un café que está enfrente del parque. Allí intervenimos con Olga Cristiano, de Mujeres de Izquierda, sobre la despenalización del aborto. Qué momento maravilloso el de las asambleas, qué hermosura. Cómo se perdió todo eso, aunque se va a
retomar, son ciclos. Ya se retomó en parte, tenemos el ejemplo de las asambleas de Gualeguaychú. Después se hace un plenario de asambleas barriales en la facultad de Ciencias Sociales, había mucha gente. Entonces combiné con Las Fulanas, porque ellas se ocupaban de la parte técnica, y quedamos que yo hablaba del aborto y ellas sobre la discriminación a lesbianas y homosexuales -algo inaudito en las asambleas barriales hasta ese momento-. Hablo del aborto e
invito a la gente a participar del 28 de septiembre (estaba próximo), explico que es, e invito a la gente a sumarse a nuestra lucha. Ese 28 de septiembre hicimos una radio abierta en Congreso y vino mucha gente.
¿Cómo comenzó la Asamblea por el derecho al aborto?
Sobre la pequeña historia de la Asamblea por el derecho al aborto, contaré lo que me acuerdo. Era el tiempo de las asambleas. Antes habíamos hecho un seminario en el que vinieron más o menos 15 compañeras. Una compañera, creo que fue Alicia Schejter, nos cuenta que ella funcionaba en una asamblea de San Juan y Entre Ríos, que podríamos reunirnos allí. Así lo hicimos, al comienzo venían un grupo de compañeras. Pero cuando se acerca el Encuentro
de Rosario y tomamos conocimiento de que iba a haber una ofensiva de la Iglesia, empezamos a convocar y comenzaron a venir de todos los grupos y mujeres independientes, hubo momentos en que llegamos a ser casi 70 mujeres o más. Entre todas reuníamos algo de dinero para pagar el local, incluso para el transporte de las mujeres que venían de lejos. Si bien existieron desde el comienzo algunas diferencias, las que por ejemplo sostenían el aborto libre y gratuito, y no la legalización, llegamos a elaborar un volante donde más o menos se reflejaron todas las posiciones alrededor de la despenalización y legalización del aborto.
Ya en nuestra reunión propusimos hacer en Rosario una Asamblea por el derecho al aborto a realizar entre los talleres, para no interferirlos. El momento preciso en que comenzamos a llamarnos Asamblea por el derecho al aborto, no lo recuerdo, pero sí que tenía una lógica
incuestionable porque era la época de las asambleas y funcionábamos de esa manera. El volante lo imprimió el grupo Las Fulanas y ellas lo llevaron a Rosario, donde lo repartimos a todas las mujeres que estuvieron en la apertura.
Un sector de las organizadoras del Encuentro nos facilitaba el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Económicas donde funcionaba la mayoría de los talleres. Pegamos carteles anunciando la asamblea. Y en el momento naturalmente nos subimos al escenario. La compañera María Chávez y yo abrimos la asamblea. Ya entonces había más o menos 200 o 300 mujeres. Fue muy importante porque fue un gran impulso al Encuentro y a la lucha contra la Iglesia que como siempre había mandado su gente.
En ese Encuentro difundimos un volante sobre la utilización del oxaprost. Al volver hicimos una solicitada, firmada por la Asamblea y por gran cantidad de adherentes, artistas y científicos. Después de la última solicitada en Página 12 comenzaron las diferencias y las actitudes agresivas. Nosotras también cometimos errores, pero más tarde o más temprano se iba a producir
la división.
¿Cuándo comienza la Campaña por el Derecho al aborto legal, seguro y gratuito?
Llegamos al 2005. El 28 de mayo se lanza la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Te cuento que desde el principio tuvimos que luchar para que la Comisión por el Derecho al Aborto pueda ser referente de la campaña en Capital. Sin embargo al ampliarse la campaña con la suma de compañeras de todo el país, fuimos asumiendo y corrigiendo muchas
dificultades, hemos ganado confianza y pudimos continuar, profundizando la democracia entre nosotras. En la Campaña por el Derecho al Aborto al ser un movimiento, es importante
intervenir y convencer con las ideas, sino no se puede avanzar. Hay que hacerlo y en forma elevada. Lo que quiero decir es que cuando existe un movimiento donde intervenimos compañeras de distintas corrientes y existe una relación que te permite intervenir y son los plenarios donde se toman las decisiones, es posible ir cambiando cosas, aceptando al mismo tiempo los cambios que introducen otras compañeras. Hay que tener una visión amplia sin
abandonar las ideas, ser flexibles. Esto es lo importante de la campaña, el único movimiento que existe hoy que reúne a distintas corrientes, distintas tendencias, distintas opiniones. Ha logrado mantenerse porque tiene un objetivo en común que es el aborto legal, es importante como experiencia.
Tenemos que mantenerla, siempre van a existir diferencias e intereses que se cruzan. Si algún día conquistamos el derecho al aborto, algo que no veo muy cercano, este tipo de experiencia puede servir para otro tipo de objetivos. Nos conformamos en una diversidad que hay que mantener con respeto y tratando que cada vez sea más democrática y se escuchen todas las
posiciones.
¿Cuáles son los desafíos del feminismo?
Podemos hablar de la opresión y de la explotación. La opresión existe en todas las clases sociales, esto es lo que da lugar al feminismo. El feminismo en sus distintas corrientes ha sido determinante para la liberación de las mujeres que los hombres, en general, ignoran y no
estudian.
Existe un feminismo radical, al cual no pertenezco, que pareciera estar en contra del hombre. Yo creo que cuando las mujeres se liberen, van a liberar al hombre también, de esto estoy convencida. Este movimiento tiene esta extraordinaria repercusión de la que no se retrocede. Aunque siempre hubo feministas, se hace masivo en los años 70 y es cuando sacude muchas
telarañas de la historia. ¿Qué pasa con las mujeres que no están en el movimiento feminista? Yo creo que en toda mujer hay un feminismo en ciernes que no lo pudo desenvolver pero que existe. Con el advenimiento de la desocupación, muchas mujeres asumieron el control de las casas y esto les dio cierta fortaleza.
Como también han sido importantes para las mujeres los Encuentros Nacionales de Mujeres, donde ellas aprenden y aportan con su experiencia en los talleres, no solamente lo que tiene que ver con el derecho al aborto, sino toda la problemática de las mujeres en general y así vuelven fortalecidas a sus lugares.
Con esto quiero decir que el feminismo ha llegado, ha penetrado, no quizás con los elementos teóricos que nosotras tenemos.
Las mujeres aprenden porque hablan entre ellas, los hombres no hablan entre ellos. Que hablemos entre nosotras es inmemorial, los comentarios entre las mujeres juegan un papel histórico. Las mujeres hablan entre ellas, saben, entienden, viven los abortos de cerca, los sienten en sus cuerpos. Por eso desde el feminismo tenemos que seguir trabajando, incorporar la palabra
feminismo en nuestros documentos. La gente está dispuesta a aceptarlo, usando los tonos adecuados pero no rebajando el nivel. O sea, las mujeres sienten cuando estás de su lado. Entonces digo que tenemos que usar un lenguaje, donde las mujeres se sientan representadas, sientan que juegan un papel en lo que estamos diciendo. Te cuento una anécdota: el 8 de marzo de 2002, mujeres que integran la Secretaría Social de la Municipalidad de Morón, me invitaron a hablar en el escenario del teatro Municipal de esa localidad, donde se habían representado algunos “Monólogos de la vagina”, justo cuando la Corte Suprema se había opuesto a la píldora de
emergencia. Me tomaron de sorpresa y cómo no sabía cómo era el público al cual me dirigía, hablé del aborto después de criticar a la Corte, poniendo el acento en las muertes por aborto séptico, en la salud de las mujeres.
Había más o menos 500 mujeres que es la capacidad del teatro. La respuesta fue un aplauso generalizado, casi una ovación de pie. El espectáculo era gratuito, y venían mujeres de todos los sectores sociales, más bien pobres. ¿Cuál es la conclusión? Yo no podía extenderme, pero estoy segura que aunque hubiera ido más lejos en mi intervención planteando nuestro derecho a decidir y por qué, igual hubieran aplaudido. El feminismo es revolucionario o no es feminismo. Hay que construir relaciones humanas diferentes y el feminismo puede jugar un papel importante en este sentido.
Dora Coledesky es abogada feminista. Es una impulsora fundamental de las luchas por los derechos de las mujeres. Integran la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Libre y Gratuito. Para quienes compartimos con ella diferentes momentos de esta batalla, en los últimos años, es siempre una compañera solidaria, dispuesta a enseñar, y a compartir los caminos de su
experiencia. Ha participado de diferentes talleres de géneros y educación popular, en los que nos ayuda a problematizar nuestras propias prácticas.
¿Cómo te inicias en la vida política?
Bueno, hay mucho por contar. Empezaría diciendo que existen dos saltos importantes en mi vida. El primero fue salir de Tucumán y venir a Buenos Aires. Esto significó salir del feudo, salir de un medio muy prejuicioso. El segundo salto fue Francia, donde conocí el feminismo. Pero tengo que admitir que fue muy importante conocer el norte, sus relaciones sociales, los/las trabajadoras/res del azúcar, que no tienen nada que ver con Buenos Aires. Es como si fuera otro país.
Yo había nacido en Buenos Aires y me trasladé con mi familia a Tucumán a los 14 años. Un gran impulsor de mi militancia fue mi padre. Recuerdo una anécdota que me marcó toda la vida. Había una manifestación que hacían los estudiantes y era peligrosa, por los nacionalistas. Yo dudaba, pero mi padre me dijo: “Tienes que ir, en la vida hay que luchar por algo”. Él era de ideas socialistas, me estimuló en mi estudio, primero en el bachillerato y después en la facultad. Era la época de la Guerra Civil Española, que fue importante en nuestras vidas. En mi casa, mi padre recibía los periódicos La Vanguardia y Argentina Libre, de los socialistas, y yo me los tragaba todos, tenía más o menos 14 o 15 años. A pesar de lo que le debo a mi padre, yo quería mucho a mi madre. Tuvo una vida muy difícil, trabajó desde los 14 años. Mis padres nos criaron, a mis dos hermanas y a mí con mucha libertad.
Es algo que quiero destacar, tengamos en cuenta la época. A pesar de ser judíos, aunque habían nacido en la Argentina, nunca nos inculcaron el racismo, ni la religión.
Mi vida política comenzó en la Federación Secundaria Tucumana, donde ingresé casi al final del bachillerato. Allí conocí a Ángel, mi marido. Me impresionó desde el primer momento. Aunque yo no entendía mucho, pero me convencían sus ideas, su lucha contra el estalinismo. Aún sin saberlo era trotskista. Después seguimos en la carrera de Derecho. Era un hombre descollante, muy inteligente, de gran dignidad, y me ganó espiritualmente, nos enamoramos profundamente. Pero tengo que reconocer que la admiración que yo le tenía obró a veces como un escollo para avanzar en mi propia liberación, que fue necesario construirla a lo largo de los años, como ocurre en todas las parejas militantes. Con él empecé a participar en un partido trotskista, el Partido Obrero Revolucionario. Cuando dicho partido tuvo legalidad, yo intervenía en los actos públicos. En aquélla época era esto raro y me sirvió para formarme en la oratoria. Ya siendo abogada,
ingresé a trabajar en una fábrica textil. A esto se le llamaba “proletarización”. Como te decía, ingresé a trabajar en esta fábrica donde trabajaban 5000 mujeres. Allí elaboraba lo que entonces se llamaba “hoja de fábrica”, que reflejaba los problemas gremiales. En ella escribía lo que las
propias mujeres decían. Siempre digo que era absurdo esto de la proletarización, como si desde afuera se pudiera inculcar las ideas, o como si los dirigentes pudieran ser puestos desde afuera y no surgir desde la misma clase. A pesar de ello, siempre digo que para mí fue una experiencia extraordinaria, que no la cambio por nada.
Después de que me echaran, seguí yendo a la puerta de la fábrica a entregar volantes, y en los años 50 participé en una huelga muy importante que duró 40 días. Hubo un acto en el Luna Park, y allí fue donde dije el primer discurso feminista, sin ser feminista aún. La industria textil tenía un 80 % de trabajadoras y nadie las incluía en los discursos ni ocupaban los lugares de decisión. Esto lo denuncié en ese discurso. ¿Qué paso con ese partido? Creo que tendría que ser objeto de un libro. Se burocratizó, degeneró y esto me sirvió para comprender sus causas y quizás es una de las razones de mi desconfianza a todos los partidos de izquierda y a los dirigentes burocráticos.
¿Cuándo te exiliaste?
En septiembre de 1976 nos exiliamos en Francia. Fue allí donde conocí el feminismo. Conocí feministas descollantes, maravillosas. Primero comencé a vincularme con otras exiliadas latinoamericanas, y armamos el Grupo de Mujeres Latinoamericanas. Conocí a colombianas, venezolanas, peruanas, mexicanas, y aprendí mucho de ellas. Recuerdo que cuando el Papa fue a
México, hicimos un manifiesto que lo habíamos terminado con el tema de la lucha de clases, y una peruana me dijo que no, que tenía que decir luchas de clases y lucha de sexos. En el congreso de la Liga Comunista Revolucionaria de Francia (LCR) se dijo que el movimiento feminista debía ser autónomo de los partidos. Esto se aceptó en el congreso mundial de la liga, aunque muchos no querían. Ése fue un éxito que tuvimos.
Junto a Ángel y otros compañeros y compañeras habíamos armado una tendencia en el partido. Ésa es la ventaja que tenía la LCR, que se podían armar tendencias, y eran reconocidas sin condiciones, algo bastante democrático, lo que no quiere decir que no hubiera burocracia. En esta tendencia que habíamos constituido, se reunían muchas personas capaces, entre ellas muchas
feministas y homosexuales, lo que no es casual ya que ellos eran los que tenían las ideas más revolucionarias. Pero, como te decía, muchas y muchos se fueron yendo, y esto afirmó a la burocracia.
Con el Grupo de Mujeres Latinoamericanas hicimos un encuentro continental.
Nos vinculamos con las refugiadas de Holanda, Suecia, Bélgica y Alemania y vinieron a nuestro encuentro. Nos reunimos en un convento, llegamos a ser alrededor de 100 mujeres. Realizamos tres talleres, uno sobre sexualidad, otro sobre mujer y refugio y el tercero sobre partidos políticos. Recuerdo que llamó mucho la atención mi intervención cuestionando a los partidos
políticos. También hicimos otro encuentro en Bélgica. Con el tiempo el Grupo de Mujeres Latinoamericanas se fue reduciendo, algunas volvían a sus países, otras se desmoralizaban, y otras cuando empezaron a tener hijos no quisieron hablar más del aborto, algo curiosísimo. Antes de regresar tuve una polémica con algunas compañeras que plantearon que el aborto legal estaba bien en Europa, pero no en América Latina. Imagínate cómo me puse, esto generó cierta distancia. En ese momento pensaba que a mi regreso a Argentina, uno de los objetivos de mi lucha iba a ser el aborto legal. Esto era algo que defendía desde joven, porque había estudiado a Lenin y Trotsky, y ellos estaban a favor del aborto, pero cuando joven lo defendía de manera
principista. Luego de mi paso por Francia y al haber conocido el feminismo, era uno de mis principales objetivos en la lucha.
¿Cómo fue la solidaridad en Francia?
En una oportunidad se realizó un encuentro sobre feminismo en la universidad, donde participaron alrededor de 500 mujeres. Allí con la ayuda de una compañera realizamos un comunicado sobre las dictaduras en América Latina. En otra oportunidad estuvo presente la Madre de Plaza de Mayo María Adela Antokoletz. Hablé con las organizadoras para que le dieran un espacio para hablar. En aquel momento recorrí todos los talleres diciendo que en una pausa iban a hablar las Madres de Plaza de Mayo. Luego, un 8 de marzo, reemplazamos el nombre de una calle. Se llamaba Rue Bonaparte y las feministas francesas lo cambiaron por rue “Las folies de la Place de Mai”, o sea Las Locas, no quisieron poner madres y pusieron locas.
Por dos amigas que conocí en el Grupo de Mujeres Latinoamericanas ingresé a trabajar en una imprenta. Una de ellas colombiana, aún nos seguimos comunicando. Estas compañeras me presentaron a unas exiliadas españolas que me ofrecieron este trabajo. Ellas pensaron que yo no iba a aceptarlo y para mí era fenómeno. Me emociono pensando en estas compañeras, fue muy
importante la solidaridad que recibí de ellas. El grupo de trabajo era muy lindo, había dos argentinos, una chilena, una griega -de la que me hice muy amiga-. También un argelino, que me contaba cómo era la situación de las mujeres en Argelia y me pedía consejos. Después entró otra argentina de la que también me hice muy amiga. Me parece que ahora está en un geriátrico,
ella cantaba tangos.
Cuando se hacia la conferencia general, trabajábamos de noche, pero algunas no aguantaban. En los intervalos, para distraernos, Diego y Ester (los dos argentinos) cantaban tangos, y eso traía mucha alegría al lugar.
También organizamos asambleas que se hacían cada quince días, eran muy importantes estas asambleas, a través de ellas conseguimos muchas ventajas.
Pero al tiempo las cosas se pusieron feas y querían limpiarnos. Entonces acepté una especie de beca que nos dieron para empleados judiciales, a mí y a todos los exiliados abogados argentinos y chilenos. Ahí conocí a una abogada feminista, Sophie Thonon, que nos enseñaba francés
a todos nosotros/as y con quien seguimos teniendo relación. Mabel Gabarra estaba entre las alumnas. Otra abogada que nos ayudó mucho era la feminista Colette Auger, que hizo un habeas corpus dictado por mi marido y vino a la Argentina en medio de la dictadura, y con todos los peligros a presentarlo.
Nosotros/as constituíamos el Grupo de abogados refugiados en Francia (GAEF). Yo había elaborado un proyecto de ley para las refugiadas. Ella lo tradujo y lo presentó en un ministerio que se ocupaba de la mujer.
¿Querrías hablarme de tu hijo?
Es para mí bastante difícil hablar sobre mi hijo, como puedes imaginarte.
Pero no puedo hacer referencia a mi vida sin hablar de él que ocupa un lugar esencial. Teniéndolo muy joven, a los 24 años, creo que sufrió mucho las vicisitudes de nuestra vida de militantes. Quizás por ello yo no quería tener otros hijos, aunque para él hubiera sido importante tener
un hermano o hermana, pero la historia no puede retrotraerse. La época era entonces muy difícil y él fue criado a los tumbos. Sin embargo, a pesar de ello, fue una excelente persona, estoy orgullosa de él, tenía fuerza, coraje para enfrentar la vida, una honestidad y nobleza en todas sus actitudes, generosidad para ayudar a los demás. Tenía muchas contradicciones en su carácter, fruto quizás de su formación desde la niñez, de la cual me puedo sentir responsable. Pero nos quería y creo que con el tiempo comprendió nuestra vida y mejoró mucho la relación con nosotros, sus padres.
Cuando volvimos de Francia y empezó a trabajar con nosotros en el estudio, hizo recién el secundario y la carrera de derecho. Se recibió cuando tenía más de 40 años y nos reemplazó en la profesión, de la cual hacía casi una función social. Algunos dicen que lo heredó de nosotros. Si bien no puedo negar que algo le transmitimos, mucho fue fruto de su propio esfuerzo. Tenía una excelente compañera. Lamentablemente al morir joven, a los 52 años, no llegó a desenvolver muchas cosas que prometía en su profesión, en su vida. También escribía. Tuvo tres hijos y alcanzó a tener dos nietos, que son ahora quienes nos alegran la vida frente a la enorme tristeza de su muerte.
¿Cómo surge la Comisión por el Derecho al Aborto?
En noviembre de 1987 nos invitaron a participar en una jornada que se hacia en ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio para la Mujer), y en una mesa estuvimos Laura Bonaparte, Laura Klein y yo. Allí expuse sobre las posibilidades que teníamos en la parte legal, y recuerdo que Marta Fontenla dijo que teníamos que hacer algo. Entonces, surge la idea de armar una
comisión que luche por el derecho al aborto. Es el 8 de marzo de 1988 cuando empezamos a darle forma a la Comisión por el Derecho al Aborto. Nos reuníamos varías compañeras: Laura Bonaparte, Safina Newbery, Alicia Schejter, entre otras. Una compañera que nos ayudó mucho fue la enfermera Rosa Farías, que ya murió. Ella trabajaba en el Hospital Muñiz, y había elaborado una estadística sobre aborto en su hospital, que le pedimos publicar. En ese entonces se suma a la comisión Alicia Cacopardo, y es la que hace la publicación. Rosa cuando ve su estadística en el volante, por un lado se alegra, pero también temía que la echaran. No fue así, su jefa organizó una mesa en el hospital, donde participaron médicos que explicaron las consecuencias del aborto séptico, y yo expuse sobre la parte legal. Al finalizar la charla la jefa de Rosa, dice: sólo nos queda un camino, un proyecto de ley. Esto fue grandioso, y así comenzamos a elaborar nuestro proyecto de ley. En la redacción de este proyecto intervinimos muchas compañeras. Eran reuniones muy grandes que realizábamos en un local anarquista. Cuando lo terminamos lo presentamos por la mesa de entradas del Congreso, llovía torrencialmente. Por supuesto nunca prosperó. Elaborar este proyecto de ley fue muy importante por dos cosas. La primera, tener un proyecto, esto no se le había ocurrido a nadie.
Teniendo el proyecto demostramos que era posible, y era una herramienta para difundir entre las mujeres en los encuentros. Lo segundo fue que empezamos a hacer público que el aborto era legal en otros países. Nadie lo sabía, entonces demostramos que no era algo tan terrible y
que aquí también era posible. Estos fueron dos aportes decisivos de la comisión.
¿Qué importancia tuvieron los Encuentros de Mujeres en la lucha por el derecho al aborto?
En 1988 se realiza el Encuentro Nacional de Mujeres en Mendoza. A los dos anteriores no habíamos ido. En este encuentro realizamos el primer taller sobre aborto autoconvocado. Fue muy numeroso y estuvimos muy respaldadas por Mabel Gabarra y Carmen González. Hasta el encuentro de Jujuy, que fue en el 95, lo talleres sobre aborto eran autoconvocados, entonces no venía mucha gente, salvo el de Mendoza, ya que no estaba en los programas.
En 1989 se realiza el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario. Éste fue un encuentro maravilloso, tuvimos mucha libertad y realizamos todos los paneles y talleres que quisimos. En este encuentro participa también Zulema Palma.
Otro hito en esta lucha es el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en San Bernardo, en el año 1990. Vinieron feministas de toda Latinoamérica. Tampoco estábamos en el programa. Entonces hicimos un taller en la parte de afuera de un café. Vinieron muchísimas compañeras de varios países, también Católicas por el Derecho a Decidir, que quisieron hacer el taller con nosotras y estuvo Florentina Gómez Miranda. En este taller proponemos un día latinoamericano por el derecho al aborto y una compañera brasilera propone el 28 de septiembre por ser el día de libertad de vientres en Brasil (o sea que nacían libres los hijos nacidos de esclavos). Por lo
tanto, como alegórico era bueno elegir ese día. Esto fue muy importante ya que fue recogido por todas las mujeres feministas de América Latina. Lo más importante de este encuentro fue esto, lo otro se perdió, pero esto sigue.
En este taller había brasileras, uruguayas, peruanas, bolivianas, argentinas, nicaragüenses, colombianas, que hacían abortos en los barrios con un aspirador que habían fabricado, pero después la policía se les vino encima y no pudieron seguir. También conversamos con las nicaragüenses sobre las críticas que le hacían al machismo de los sandinistas. Recién había sido
la revolución y estaban a la expectativa.
Como te decía, recién en el Encuentro Nacional de Mujeres en Jujuy en el año 1995 los talleres sobre aborto no fueron autoconvocados. Como Comisión por el Derecho al Aborto le mandamos una carta a la comisión organizadora del encuentro, diciéndoles que no queríamos más hacer talleres autoconvocados, queríamos que el aborto se integrara al programa. Entonces cuando llegamos a Jujuy, nos recibe una compañera que nos dice que habían modificado el programa para que nosotras estemos con el taller sobre aborto. Lo habían modificado sobre la marcha, ya cerca del encuentro. Se realizaron cuatro talleres sobre aborto. En estos talleres empezaron a meterse las católicas, pero era una sola, y cuando se quisieron incorporar otras, nosotras les
decíamos que no porque no habían estado desde el primer día. De todos modos en la conclusión dejamos que una muchacha exprese su opinión de que existe vida desde la concepción, aclarando que era de una sola de las que participaron. La tipa encantada con nuestra actitud. La cuestión es que los encuentros han sido muy importantes en el desarrollo de este tema. Cuando ves que miles de mujeres apoyan el aborto, y mujeres que vienen de sectores pobres no tienen la menor duda que necesitan el aborto legal. Éstas son las mejores estadísticas, siempre lo digo, la mejor encuesta es lo que expresan miles de mujeres en los Encuentros de Mujeres donde además al estar con otras es más fácil hablar y se animan a hacerlo.
En 1999 se realiza el Encuentro Feminista en Santo Domingo. Nosotras hicimos una muy buena tarea. Estábamos Alicia Cacopardo, Liliana Pelliza y Mabel Bellucci. Hubo muchas maniobras. En las conclusiones de este encuentro lo único que pusieron fue “tenemos una deuda con el aborto”. De ahí en más decidimos no seguir yendo a los Encuentros Feministas, está todo digitado,
aparte no aceptan a las travestis.
De la experiencia de estos encuentros saqué la conclusión que existen feministas y “feministas”. Como algunas ONGs que no querían que la problemática del aborto apareciera en ese momento porque tenían otros intereses.
¿Cuáles son los hitos en la historia de la Comisión por el derecho al aborto?
Un momento importante fue en 1994, cuando como comisión sacamos una solicitada para evitar que la iglesia metiera en la Constitución la defensa de la vida desde la concepción. Esa solicitada la firmaron varios artistas, fue notable. Nosotras viajamos a Santa Fe, donde se discutía la reforma de la constitución y presionamos bastante para que no saliera como quería Barra. Salió un texto ambiguo, pero no salió eso. Nos habíamos conformado como Autoconvocadas por el derecho a decidir.
Después se quiebra porque una parte de las compañeras sólo quería quedarse en la lucha por los anticonceptivos. Organizamos un juicio, donde el marido de una compañera hacia de defensor de
la ley por el derecho al aborto y yo hice de fiscal. Donde participaron el Pastor de Luca y Florentina Gómez Miranda. Ella avisó que se tenía que ir, pero antes dejó una nota con su opinión. En ella decía que estaba de acuerdo con la legalización del aborto. Redactamos un volante que se titulaba: “Nosotras acusamos”, en donde fuimos explicando como la Constitución, el artículo 19, las leyes, nos daban la razón. Aquí es la primera vez que tomamos elementos de la ley para defender la legalización del aborto.
Otro de los hitos fundamentales fue el segundo congreso de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) que se realizó en mayo de 1999. En la CTA había amigos nuestros, como Ricardo Zambrano, médico de la Federación de Salud, otro médico que ahora vive en Canadá, y el dirigente de la Federación de Salud, Carrica, que estaban a favor del derecho al aborto, por supuesto esto contribuyó. El día del congreso nos entregan a nosotras una credencial, no para votar, pero si para participar. Fuimos Liliana Pelliza, Alicia Cacopardo, Mabel Bellucci y yo, y repartimos volantes que se titulaban “La vida digna de ser vivida” a 8000 delegados y delegadas. En este volante explicábamos por qué defendíamos la legalización del aborto. Finalmente sale la resolución de despenalización del aborto y fue votada por los 8000
delegados y delegadas, menos 8 abstenciones y un solo voto en contra. La CTA luego lo ignora, no lo difunde. Pero de todos modos nosotras lo podíamos usar. Hace poco Estela Díaz, en una reunión feminista que me invitó, contó que cuando ella estaba en la secretaría de género le había sido de gran utilidad la resolución y llevó esa resolución del congreso a todo el país donde había reuniones.
Una ventaja que tenemos en la comisión es que Liliana Pelliza, trabajadora social, y Alicia Cacopardo, médica que atendía en una salita de un barrio pobre de San Martín, nos relacionan directamente con las mujeres. A Alicia le llegaban pedidos de ligadura de trompas, y entonces
empezamos a hacer judicialmente estos pedidos. Alicia redactaba los telegramas intimando al hospital a que hicieran la ligadura o quedarían sujetos a daños y prejuicios en un tal plazo. Si no nos contestaban en ese plazo acudíamos a la justicia. De cinco juicios que realizamos, cuatro los
ganamos, los jueces nos dieron la razón y obtuvimos la autorización para realizar la ligadura de trompas a estas mujeres. Alicia Cacopardo argumentaba los riesgos que corrían estas mujeres por las cesáreas. En el juicio que no ganamos apelamos. El tribunal estaba compuesto por tres
jueces, una era mujer. Ellos tomaron nuestros argumentos, entre ellos los convenios internacionales, la pobreza en que vivía esta mujer y las condiciones de salud y fallaron a favor. Este caso fue en el hospital Thompson donde presionaron tanto a la mujer, que desistió de realizarse la intervención.
En algunos casos no llegábamos a que se realizara durante la cesárea, entonces se las realizaban luego, con laparoscopia. En este tema quiero destacar el aporte que recibimos de las periodistas
Mariana Carabajal que publicó una nota en Las 12 y de Luciana Peker, que trabajaba en la revista Luna, y les hizo una entrevista a las mujeres.
Diana Maffía me pidió toda la documentación que utilizamos en estos juicios y la usó cuando estaba en al Defensoría del Pueblo para otras ligaduras, entre ellas, recuerdo una para una muchacha que tenía lupus.
No recuerdo bien la fecha en que nos transformamos en Coordinadora por el Derecho al Aborto, porque se habían incorporado otros grupos políticos y de estudiantes.
¿Qué intervención tuviste en el debate sobre las excepciones legales del articulo. 86?
Otro proyecto de ley que elaboré es el de las excepciones legales. En este proyecto fundamento que las excepciones no son solamente en caso de violación a discapacitadas sino que es para toda mujer violada, y lo fundamento con los propios tratadistas que elaboraron esa disposición del
código penal, como también los tratadistas posteriores que dicen que es en todos los casos de violación tal como está redactado. Este proyecto primero lo expusimos en la Defensoría del Pueblo donde estaba Diana Maffia, y después en la legislatura.
¿Qué intervención tuvieron en las asambleas barriales?
Cuando surgen las asambleas barriales, la Coordinadora por el Derecho al Aborto comienza a intervenir en las asambleas interbarriales de Parque Centenario, cuando ya no eran tan numerosas y se realizaban en un café que está enfrente del parque. Allí intervenimos con Olga Cristiano, de Mujeres de Izquierda, sobre la despenalización del aborto. Qué momento maravilloso el de las asambleas, qué hermosura. Cómo se perdió todo eso, aunque se va a
retomar, son ciclos. Ya se retomó en parte, tenemos el ejemplo de las asambleas de Gualeguaychú. Después se hace un plenario de asambleas barriales en la facultad de Ciencias Sociales, había mucha gente. Entonces combiné con Las Fulanas, porque ellas se ocupaban de la parte técnica, y quedamos que yo hablaba del aborto y ellas sobre la discriminación a lesbianas y homosexuales -algo inaudito en las asambleas barriales hasta ese momento-. Hablo del aborto e
invito a la gente a participar del 28 de septiembre (estaba próximo), explico que es, e invito a la gente a sumarse a nuestra lucha. Ese 28 de septiembre hicimos una radio abierta en Congreso y vino mucha gente.
¿Cómo comenzó la Asamblea por el derecho al aborto?
Sobre la pequeña historia de la Asamblea por el derecho al aborto, contaré lo que me acuerdo. Era el tiempo de las asambleas. Antes habíamos hecho un seminario en el que vinieron más o menos 15 compañeras. Una compañera, creo que fue Alicia Schejter, nos cuenta que ella funcionaba en una asamblea de San Juan y Entre Ríos, que podríamos reunirnos allí. Así lo hicimos, al comienzo venían un grupo de compañeras. Pero cuando se acerca el Encuentro
de Rosario y tomamos conocimiento de que iba a haber una ofensiva de la Iglesia, empezamos a convocar y comenzaron a venir de todos los grupos y mujeres independientes, hubo momentos en que llegamos a ser casi 70 mujeres o más. Entre todas reuníamos algo de dinero para pagar el local, incluso para el transporte de las mujeres que venían de lejos. Si bien existieron desde el comienzo algunas diferencias, las que por ejemplo sostenían el aborto libre y gratuito, y no la legalización, llegamos a elaborar un volante donde más o menos se reflejaron todas las posiciones alrededor de la despenalización y legalización del aborto.
Ya en nuestra reunión propusimos hacer en Rosario una Asamblea por el derecho al aborto a realizar entre los talleres, para no interferirlos. El momento preciso en que comenzamos a llamarnos Asamblea por el derecho al aborto, no lo recuerdo, pero sí que tenía una lógica
incuestionable porque era la época de las asambleas y funcionábamos de esa manera. El volante lo imprimió el grupo Las Fulanas y ellas lo llevaron a Rosario, donde lo repartimos a todas las mujeres que estuvieron en la apertura.
Un sector de las organizadoras del Encuentro nos facilitaba el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Económicas donde funcionaba la mayoría de los talleres. Pegamos carteles anunciando la asamblea. Y en el momento naturalmente nos subimos al escenario. La compañera María Chávez y yo abrimos la asamblea. Ya entonces había más o menos 200 o 300 mujeres. Fue muy importante porque fue un gran impulso al Encuentro y a la lucha contra la Iglesia que como siempre había mandado su gente.
En ese Encuentro difundimos un volante sobre la utilización del oxaprost. Al volver hicimos una solicitada, firmada por la Asamblea y por gran cantidad de adherentes, artistas y científicos. Después de la última solicitada en Página 12 comenzaron las diferencias y las actitudes agresivas. Nosotras también cometimos errores, pero más tarde o más temprano se iba a producir
la división.
¿Cuándo comienza la Campaña por el Derecho al aborto legal, seguro y gratuito?
Llegamos al 2005. El 28 de mayo se lanza la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Te cuento que desde el principio tuvimos que luchar para que la Comisión por el Derecho al Aborto pueda ser referente de la campaña en Capital. Sin embargo al ampliarse la campaña con la suma de compañeras de todo el país, fuimos asumiendo y corrigiendo muchas
dificultades, hemos ganado confianza y pudimos continuar, profundizando la democracia entre nosotras. En la Campaña por el Derecho al Aborto al ser un movimiento, es importante
intervenir y convencer con las ideas, sino no se puede avanzar. Hay que hacerlo y en forma elevada. Lo que quiero decir es que cuando existe un movimiento donde intervenimos compañeras de distintas corrientes y existe una relación que te permite intervenir y son los plenarios donde se toman las decisiones, es posible ir cambiando cosas, aceptando al mismo tiempo los cambios que introducen otras compañeras. Hay que tener una visión amplia sin
abandonar las ideas, ser flexibles. Esto es lo importante de la campaña, el único movimiento que existe hoy que reúne a distintas corrientes, distintas tendencias, distintas opiniones. Ha logrado mantenerse porque tiene un objetivo en común que es el aborto legal, es importante como experiencia.
Tenemos que mantenerla, siempre van a existir diferencias e intereses que se cruzan. Si algún día conquistamos el derecho al aborto, algo que no veo muy cercano, este tipo de experiencia puede servir para otro tipo de objetivos. Nos conformamos en una diversidad que hay que mantener con respeto y tratando que cada vez sea más democrática y se escuchen todas las
posiciones.
¿Cuáles son los desafíos del feminismo?
Podemos hablar de la opresión y de la explotación. La opresión existe en todas las clases sociales, esto es lo que da lugar al feminismo. El feminismo en sus distintas corrientes ha sido determinante para la liberación de las mujeres que los hombres, en general, ignoran y no
estudian.
Existe un feminismo radical, al cual no pertenezco, que pareciera estar en contra del hombre. Yo creo que cuando las mujeres se liberen, van a liberar al hombre también, de esto estoy convencida. Este movimiento tiene esta extraordinaria repercusión de la que no se retrocede. Aunque siempre hubo feministas, se hace masivo en los años 70 y es cuando sacude muchas
telarañas de la historia. ¿Qué pasa con las mujeres que no están en el movimiento feminista? Yo creo que en toda mujer hay un feminismo en ciernes que no lo pudo desenvolver pero que existe. Con el advenimiento de la desocupación, muchas mujeres asumieron el control de las casas y esto les dio cierta fortaleza.
Como también han sido importantes para las mujeres los Encuentros Nacionales de Mujeres, donde ellas aprenden y aportan con su experiencia en los talleres, no solamente lo que tiene que ver con el derecho al aborto, sino toda la problemática de las mujeres en general y así vuelven fortalecidas a sus lugares.
Con esto quiero decir que el feminismo ha llegado, ha penetrado, no quizás con los elementos teóricos que nosotras tenemos.
Las mujeres aprenden porque hablan entre ellas, los hombres no hablan entre ellos. Que hablemos entre nosotras es inmemorial, los comentarios entre las mujeres juegan un papel histórico. Las mujeres hablan entre ellas, saben, entienden, viven los abortos de cerca, los sienten en sus cuerpos. Por eso desde el feminismo tenemos que seguir trabajando, incorporar la palabra
feminismo en nuestros documentos. La gente está dispuesta a aceptarlo, usando los tonos adecuados pero no rebajando el nivel. O sea, las mujeres sienten cuando estás de su lado. Entonces digo que tenemos que usar un lenguaje, donde las mujeres se sientan representadas, sientan que juegan un papel en lo que estamos diciendo. Te cuento una anécdota: el 8 de marzo de 2002, mujeres que integran la Secretaría Social de la Municipalidad de Morón, me invitaron a hablar en el escenario del teatro Municipal de esa localidad, donde se habían representado algunos “Monólogos de la vagina”, justo cuando la Corte Suprema se había opuesto a la píldora de
emergencia. Me tomaron de sorpresa y cómo no sabía cómo era el público al cual me dirigía, hablé del aborto después de criticar a la Corte, poniendo el acento en las muertes por aborto séptico, en la salud de las mujeres.
Había más o menos 500 mujeres que es la capacidad del teatro. La respuesta fue un aplauso generalizado, casi una ovación de pie. El espectáculo era gratuito, y venían mujeres de todos los sectores sociales, más bien pobres. ¿Cuál es la conclusión? Yo no podía extenderme, pero estoy segura que aunque hubiera ido más lejos en mi intervención planteando nuestro derecho a decidir y por qué, igual hubieran aplaudido. El feminismo es revolucionario o no es feminismo. Hay que construir relaciones humanas diferentes y el feminismo puede jugar un papel importante en este sentido.
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