domingo, 25 de mayo de 2008

ViOleTA PaRRA, bEllEzA eNtEra

¿Quién es esta Violeta?. ¿Quién es esta mujer que ha sabido cantar a lo humano y a lo divino? ¿Dónde nació su voz? ¿Dónde se estrelló su canto? ¿Cómo se llenó su piel y su sangre, sus huesos y su pelo de las voces de su pueblo?

Distintas voces pueden contarnos el cuento de la Violeta... Nicanor Parra, su hermano mayor, Pablo Neruda, Pablo de Rokha... Poetas enfrentados en guerrillas literarias, que se encontraron al nombrar a la mujer más genuina de Chile, la Viola violenta, apasionada, vulnerable, tierna, volcánica, la Violeta impulsiva, tenaz, corrosiva y tenue....

La primera presentación pública que hizo la Violetita fue en 1953, en la casa de otro grande de Chile, Pablo Neruda. El poeta de las caracolas, las mujeres, el amor, la revolución, las lluvias, que así le cantó a la Violeta.

(¡Ay, que manera de caer hacia arriba
y de ser sempiterna esta mujer!
De cielo en cielo corre o nada o canta
La violeta terrestre:
La que fue, sigue siendo,
Pero esta mujer sola

En su ascensión no sube solitaria:
La acompaña la luz del toronjil,
Del oro ensortijado
De la cebolla frita,
La acompañan los pájaros mejores,
La acompaña Chillán en movimiento.
¡Santa de greda pura!
Te alabo, amiga mía, compañera:
De cuerda en cuerda llegas
Al firme firmamento,
Y, nocturna, en el cielo, tu fulgor
Es la constelación de una guitarra.)
De cantar a lo humano y lo divino,
Voluntariosa, hiciste tu silencio
Sin otra enfermedad que la tristeza.
Pero antes, antes, antes,
Ay, señora, qué amor a manos llenas
Recogías por los caminos:
Sacabas cantos de las humaredas,
Fuego de los velorios,
Participabas en la misma tierra,
Eras rural como los pajaritos
Y a veces atacabas con relámpagos.
Cuando naciste fuiste bautizada
Como Violeta Parra:
El sacerdote levantó las uvas
Sobre tu vida y dijo:
"Parra eres
y en vino triste te convertirás"
En vino alegre, en pícara alegría,
En barro popular, en canto llano.
Santa Violeta, tú te convertiste,
En guitarra con hojas que relucen
Al brillo de la luna,
En ciruela salvaje
Transformada,
En pueblo verdadero,
En paloma del campo, en alcancía.
Bueno, Violeta Parra, me despido
Me voy a mis deberes.
¿Y qué hora es? La hora de cantar
Cantas.
Canto.
Cantemos.

También la homenajeó con su poesía Pablo de Rokha, que fue un gran amigo en los últimos años de su vida, y que al igual que Violeta un día decidió su propia muerte.

Tiene su arte aquella virtud de salud, que es vital y mortal simultáneamente, de las honestas, recias, tremendas yerbas medicinales de Chile, que aroman las colinas o las montañas y las arañan con su olor a sudor del mundo del futuro, o de lo remoto antiquísimo, y con como látigos de miel dialécticas, con hierro, dentro, su rebelión contra el yugo.

Ella no es una guitarra con mujer, sino una mujer con guitarra

Violeta Parra nació el 4 de octubre de 1917 en San Carlos, una localidad del sur de Chile, cercana a Chillán; fue hija de un maestro de primaria y de una campesina. Contaba la Violeta:
cuentan que la Violettita de niña tuvo viruela, quedándole marcada la cara para siempre. De allí que una y otra vez ella repitiera en sus versos que era fea. En sus décimas grabó la viruela como en su cara. Decía la Violeta...

Aquí principian mis penas / Lo digo con gran tristeza
Me sobrenombran maleza / Porque parezco un espanto

Pero… ¿Qué es la fealdad y qué la belleza? Si la Violeta supo desparramar lo más bello de su alma a los cuatro vientos. Si la Violeta supo encontrar la belleza que habita en cada huella de Chile. Si la Violeta supo descubrir la belleza escondida en los rincones más lejanos del pueblo. Si la Violeta supo enamorar y supo amar de cuerpo entero.



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Brindar la rosa
en el tiempo y el espacio mágico del aire radial.
Radializarla. Irradiarla.
Regarla con la poesía, la música, los dolores
y la esperanza que guarda la tierra.
Rehacer la rosa pétalo a pétalo,
Me quiere mucho,
muchito y todo.
Blindarla en el combate. Brindarla en el amor.
Risarla con alegre rebeldía.
La rosa brindada. Espacio de los intentos.


La rosa brindada

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