miércoles, 28 de mayo de 2008

DesmerCANtiliZAr el pErioDISmo



Periodismo siglo XXI: del acta diurna urbis a Internet


Rafael de Águila • La Habana (tomado de La Jiribilla, revista de cultura cubana)


Han transcurrido más de dos milenios desde que Cayo Julio César ordenara publicar el Acta Diurna. Corría el año 59 a.n.e. y el romano que pulverizara las bases mismas de la República hizo publicar la primera de las crónicas diarias. El acta diurna, commentaria Senatus hacía públicos los hechos del Senado; el acta diurna urbis lo acaecido en las asambleas populares, los tribunales, los nacimientos, muertes, matrimonios y divorcios. Cayo Julio César, desde luego, dígase claramente, inauguró la era del periodismo occidental llevado por el empuje de sus más rotundos intereses personales y políticos. Muchas han sido las lluvias y las aguas desde entonces.1 Entre el Foro romano, lugar de cita diaria de miles de ciudadanos de la Roma antigua y ese otro Foro, cita diaria de millones de humanos, que es la Red de Redes, median más de 20 siglos. Tecnología e intereses parecen ser los elementos que desde los inicios han marcado con huella indeleble el derrotero y la historia misma del periodismo. La flamante y cada vez más asombrosa tecnología del siglo XXI ha multiplicado ad infinitum el acta diurna cesariana; los intereses de los nuevos césares, sin embargo, están ahí, intactos, infinitamente multiplicados.

El corpus: periodismo y tecnología

La tecnología ha resultado el cuerpo mismo que ha llevado sobre su piel cada una de las letras que el periodismo ha transmitido a los humanos. Fue la tecnología la que posibilitó el dominio del papiro, del pergamino, fue la tecnología la que más tarde condujo al dominio del papel, reto ineludible lo fue la obtención barata y fácil de este soporte. Lo anterior abrió las puertas hacia el sacro altar que Gutenberg había erigido en 1450, la imprenta, una de las creaciones de mayor impacto en los dos últimos milenios.2 La palabra escrita alcanzaría todos los sitios, urbi et orbi, comenzaban a no importar las fronteras, los hombres podrían leer cuanto se imprimiera. La premisa: saber leer, y, desde luego, tener el peculio necesario para, una vez en posesión del arte de la lectura, lograr ejercerlo. Ah, sí, el dinero, no olvidemos el dinero; el mismísimo Gutenberg debe, en aras de hacer realidad su invento, pedirlo prestado a Juan Fust, un prestamista al que se ve obligado a reconocer como socio. Johannes Gutenberg, el alemán que nos legara la imprenta, acabó sus días arruinado. Modernos émulos de Juan Fust sostienen hoy el poderoso y multimillonario entramado mediático. En 1885, con la linotipia de Ottmar Mergenthaler, se perfecciona el proceso. Las invenciones sucesivas del telégrafo, el teléfono, la fotografía,3 la radio y la televisión representaron impactos tan vastos y decisivos para el arte de difundir noticias como un día lo fue la imprenta allá en la tudesca Maguncia. Con el telégrafo y el teléfono se ganaba en inmediatez; si anteriormente debía aguardarse el arribo de viajeros que portaran las primicias, tales artilugios permitieron transmitirlas a enormes velocidades por un cable. El mundo, inexorable, se movía a pasos agigantados hacia los escuetos límites de la hoy llamada aldea global.

En los últimos 20 años la revolución tecnológica ha resultado tan vasta y profunda que el impacto se extiende sobre cada una de las actividades humanas dominándolo todo (y a todos) en una sinergia de proporciones inmensurables cuyos efectos son todavía más vastos y profundos. El imponente desarrollo alcanzado hoy en materia de electrónica, telecomunicaciones y cibernética, baste citar apenas esos tres dominios, deja sentir su peso como nunca antes lo hizo alguna otra tecnología sobre el oficio de obtener, difundir y recibir información. A casi siete siglos de la sacra creación de Gutenberg se está ante posibilidades endemoniadamente superiores a todo cuanto pudo ser imaginado. El mundo, antes lo suficientemente vasto como para que millones tardaran meses en conocer lo sucedido apenas a unos cientos de millas, deviene ahora aldehuela en la que lo sucedido en el más remoto paraje del planeta es conocido en escasos minutos por el resto de la especie. Desde el living room, degustando un refrigerio diet, millones de humanos beneficiados por la tecnología se horrorizan ante el desastre planetario o disfrutan una transmisión vana y banal de MTV. Extrañamente el refrigerio que se consume puede resulte fabricado por una empresa cuyo dueño (o accionistas) coincida con el dueño (o accionistas) de la agencia difusora de la noticia que se recibe. Otros millones de seres, infortunadamente muchos más, a horcajadas sobre el hambre y la pobreza más atroz malviven (y sobre todo malmueren) al margen de una revolución tecnológica que nada ha representado para ellos.

Si la imprenta y la linotipia nos acercaron un día a los hechos desde las letras; si el telégrafo y el teléfono permitieron transmitir noticias a despecho de las grandes distancias; si la fotografía apareció sobre los diarios para llevar a los ojos imágenes de lo sucedido en dúplice abordaje de un mismo hecho; si la radio nos hizo escuchar la voz misma de cada historia; si el gramófono, la cinta magnetofónica y el casete permitieron encerrar voces en el reducido espacio de un simple receptáculo; si la televisión y el cine hicieron concurrir sonido e imagen en lo que por aquellos míticos días parecía ser magia sin igual; si el telégrafo inalámbrico y el fax continuaron reduciendo pasmosamente espacios, a menos de una década de haber cruzado el flamante pórtico del mítico siglo XXI (tan insuperablemente mítico a nuestros ojos como lo fue el hoy lejano 1950 para los asombrados testigos de las primeras transmisiones televisivas) la tríada que emerge desde la alianza de las telecomunicaciones, la electrónica y la cibernética se erige como summum de todas las posibilidades: por arte de birlibirloque se integra todo lo logrado por cada una de las tecnologías anteriores para que letra, voz e imagen se imbriquen en una novísima e impresionante tríada de asombros.

Indudablemente el impacto involucra (y genera un marcado proceso de transformación) los tres órdenes de todo mensaje humano: emisor, mensaje
y receptor. Nunca antes la tecnología hubo de colisionar con tal fuerza mutante sobre esos tres ámbitos. El emisor está hoy obligado a operar y dominar las muy variadas y complejas tecnologías. El mensaje es hoy multifacético, conciliábulo de imágenes, palabras, audio, todo top quailty, low noise, dolby sistem, ADSL, multimedia, hipertexto, hipermedia, enciclopedias, download, youTube, link, blogs, (posibilidades aún insospechadas para un hombre de la octava década del siglo XX) pululan al alcance del homo ciberneticus de hoy. No será preciso trasladarse a la biblioteca de una Universidad de prestigio en cualquier capital del mundo; bastará consultar, Internet mediante, la muy lejana y prolija base de datos. No será preciso tomar un jet comercial en función de entrevistar a la persona deseada; bastará la video conferencia, la webcam, el mail. No se precisará portar grabadora, video cámara o cámara fotográfica, no se necesitará más tarde una cabina telefónica o un telégrafo, ahí está la magia de la telefonía móvil, pequeño artilugio en un bolsillo, y he ahí que imagen, sonido y letras vuelan a la antípoda. CNN o cualquier otro superemporio mediático se encargará de hacer aparecer la primicia en las pantallas de millones de televisores o PC en todo el mundo. Y el receptor, ah, el receptor, ahí está, infoxicado, agobiado, ahogado, sepultado, no poco idiotizado ante tanta información, tanta imagen, letra y sonido que no alcanza a digerir. Y es que ya no se trata del receptor antediluviano, aquel que en la City londinense, ante una taza de té, se disponía a abrir las páginas de The Times, se trata de un receptor que tiene sobre sí la mayor montaña de información de toda la historia, un receptor que debe dominar modernas tecnologías: navegar en Internet, abrir un hipervínculo, acceder a un link, descargar archivos en diferentes formatos, consultar múltiples y, a menudo, contradictorias fuentes, enciclopedias, multimedia, hipertextos, información cuyo nivel de especialización no tiene precedentes, un receptor que lucha (no pocas veces infructuosamente) por forjarse una opinión independiente, libre, a despecho del agobio, del sepulcro, del ahogo, del cada vez más reducido tiempo, del cada vez mayor stress, un receptor que dista mucho ya de aquel romano que una mañana acudió al Foro para, por encima de algún hombro, afanarse en leer acerca de cierta embajada que marchó al país de los partos en el rígido latín del acta diurna urbis. Hoy la profesión del reportero a la vieja usanza comienza a ceder espacio; emerge el llamado "proveedor de contenido", señor que armado de su PC se hunde en multitud de datos, concluye entrevistas, se hace de imágenes, asiste como espectador a magnas citas, y todo ello cómodamente sentado en su living room.

El hombre del siglo XXI se alejará cada vez más de aquel romano del Foro, cada vez más del gentleman de la City. El entramado tecnológico lo acercará a todos los Foros y a todas las Citys del mundo. En el futuro (parece) todo será posible. Incurrir en vaticinios podría, en escasos años, hacernos militar en la odiosa legión de los carentes de imaginación.

El ánima: periodismo y poder mediático

La intuición y el genio político llevaron a Cayo Julio Cesar a emplear el acta diurna en función del logro de sus intereses. El invasor de las Galias estuvo muy lejos de imaginar el poder de las grandes corporaciones que hoy dominan el mundo de la información. El leitmotiv de Cayo Julio, sin embargo, es para ellas hoy un dogma. Si bien la tecnología signa profundamente (y, sin duda, signará cada día más) el mundo del periodismo el enorme poder alcanzado por estas grandes corporaciones lo define (y lo definirá incuestionablemente) quién sabe si en mayor medida. Desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX tuvo lugar un vasto proceso de creación de esas corporaciones4, en las últimas décadas hemos sido testigos de su desenfrenado crecimiento, auge rematado por un alud de megafusiones globales que no cesa aún en nuestros días. El 99,9 % de todo este engranaje se concentra, dramáticamente, en el Primer Mundo, para colmo en poco más de una decena de naciones.5

Este engranaje no es en modo alguno una entelequia de etérea e impoluta imparcialidad; tiene, lógicamente, intereses políticos, postulados ideológicos y motivaciones económicas. Si Montesquieu elaboró la teoría de la tripartición de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), base sobre la cual se levantaron las llamadas democracias modernas, muy pronto la prensa hubo de constituirse, desde el poder que dos mil años antes intuyera el genio de César, como el Cuarto Poder. Mas Montesquieu (como antes César) no alcanzó a entrever la capitis diminutio del estado en la sociedad post industrial, o posmoderna, o como demonios decidan llamar “apocalípticos o integrados”, como los nombrara Humberto Eco, a esta falacia que hoy dice gobernar los destinos humanos. Tanto ha menguado el poder del estado contemporáneo que se rebautizan los otrora poderes del excelso Montesquieu; Ignacio Ramonet sostiene lúcidamente que al día de hoy la prensa, el vastísimo poder mediático, se levanta como el segundo de los Poderes, tan solo aventajado por el Poder Económico y Financiero. El periodismo deriva hacia un escenario en el que parece descenderán cada vez más las influencias gubernamentales para ver crecer los dictados de las grandes corporaciones mediáticas globalizadas. Corporaciones que lo mismo lanzan al mercado alimentos, aviones de combate o noticias.6

Información es poder, reza el adagio. Si nunca antes semejante volumen de información hubo de contar con plataformas tecnológicas de tan prodigiosas posibilidades, si nunca antes semejante volumen de información y tan prodigiosas plataformas se concentraron en tan pocas manos, debe concluirse que nunca antes tales manos concentraron tanto poder. Poder que, dicho sea sin sonrojos, suele servir a intereses cada vez más lejanos al reclamo de las grandes mayorías. Y es que nunca antes (oh, sacras contradicciones que animan este mundo nuestro) gozó el receptor de tanta información y fue menos poderoso, nunca antes gozó el receptor de tanta libertad y fue menos libre. La objetividad y la ética periodística semejan historietas para niños adocenados de la mano de un periodismo que parece insistir en infantilizar e idiotizar a más y mejor. El periodismo, devenido una de las más codiciadas mercancías, lleva a cualquier afamada agencia de noticias a desplazar a sus no menos afamados profesionales de la terrible matanza en Ruanda hacia un suceso baladí en Europa o cualquier otra nación occidental. Intromisión en las vidas privadas, reality show, noticias escandalosas, hechos policiales de los más sangrientos o escalofriantes convulsionan la prensa actual. Y es que tales estrategias elevan rating y generan ganancias. Las declaraciones de un intelectual o politólogo de prestigio, aún más si resulta de izquierda, reciben hoy menos difusión que los desenfrenos veraniegos de una muy sexy movie star o la boda bulliciosa y multimillonaria de cualquier hija de Su Majestad. Los últimos dos siglos representaron en Occidente, en especial en el Primer Mundo, el acceso a la cultura de millones de humanos.7 Hoy, sin embargo, la lectura y la noticia misma se entronizan como mercancía. Pese a las insuperables tecnologías que posibilitarían un mensaje de enfoque aleccionador y profundo, sin paralelo con época alguna, el periodismo light, asistido desde la imponderable banda de tres conformada por la electrónica, las telecomunicaciones y la cibernética, supera todos los rating. Las dictaduras caracterizaban hasta hace muy poco una forma enfermiza de poder omnímodo, las grandes corporaciones mediáticas representan hoy (y parecen destinadas todavía más a representar en el futuro) la nueva variante de poder total. Durante la guerra de Iraq la difusión de noticias por la libre y underground Al Jazeera representó toda una sorpresa para los atacantes. Era información que escapaba del tamiz. Se dice que algunos trasnochados llegaron incluso a pensar en la supresión (manu militari) de la agencia noticiosa árabe. El tamiz garantizaba una guerra que se siguiera como reality show y la televisión satelital la hizo llegar a los livings room del mundo como si se tratara de una maniquea telenovela de malos y buenos. El hombre actual vive mucho más de imágenes que de palabras escritas. La sociedad es hoy gráfica, visual, extremadamente dinámica, una sociedad donde si bien la noticia deambula a velocidades escalofriantes, el receptor la consume en no menor velocidad. La inteligencia, puede quede ensombrecida en un presente mucho más audiovisual que palabrero. Se ve cada vez más TV y se lee cada vez menos periódicos. Y en ellos lo escrito adopta un esquema que habría hecho palidecer a un periodista de la década del 70 del pasado siglo: retórica, rapidez, brevedad, sencillez, todo en aras de generar el menor esfuerzo interpretativo, se persigue lo espectacular, el drama, el escándalo, las emociones más fuertes, las tragedias más rotundas. Se trata del non plus ultra del absurdo: una humanidad más culta y educada opta por ver y escuchar, no lee. El futuro parece apuntar a acentuar ese drama, las connotaciones, insoslayablemente aciagas, están a la vista.

En el mundo de hoy bulle la ausencia de credibilidad. La crisis de credibilidad institucional no deja de estremecer cada intersticio, tanto se ha mentido a cara cubierta y descubierta que la gente cree cada vez menos, duda de todo, y desde luego, duda de la prensa, de la radio, de la televisión, de Internet, de toda noticia, sea cual fuere la plataforma que la sostenga. Se identifica a la prensa con intereses de poder, sea este gubernamental, económico, financiero, político u otro cualquiera.8

Sin embargo, las nuevas tecnologías posibilitan hoy, también como nunca antes, la réplica por parte de los hasta hace unos pocos años pasivos receptores. La Red de Redes ofrece para ello ciertas libertades (no vaya en modo alguno a juzgarse que estas son absolutas)9. Las nuevas tecnologías y la crisis de credibilidad universal crean las causas y condiciones para que los antes pasivos receptores se levanten a replicar, se constituyan en fuentes alternativas, griten, condenen y así grito y condena logran irrumpir también en el living room del resto de los ciudadanos del mundo. Al menos de aquellos que gozan de un living room ad hoc. Los millones y millones sin living continuarán a un lado. Los pasivos receptores se están tornando (en progresión geométrica) difusores. Todo ello hace muy seguro el vaticinio acerca de que cada día surgirán más medios alternativos, un ejemplo de ello son los blogs, esos sitios que pululan hoy en Internet y han hecho surgir en su intrincada geografía la llamada blogosfera. Algunos, prestos a lo taxonómico, han dado ya nombre a este fenómeno: periodismo de fuente abierta o de P2P.

Ni corpus ni ánima: periodismo y violencia

Ser periodista en muchos sitios del mundo actual continúa siendo hoy una profesión altamente riesgosa. No pueden eludirse dos de las razones: el reportar desde sitios en conflicto militar o el respetar la ética, la verdad y el código deontológico lo que lleva a denunciar desmanes de poderosos, ya se encuentren en el gobierno, ya se ubiquen al margen de él (terroristas, paramilitares, mafiosos, narcotraficantes, meros delincuentes). En el 2006 perdieron la vida 81 periodistas en el ejercicio de su labor en 21 países. En el 2007 fueron asesinados 65 periodistas. Un total de 500 periodistas han resultado masacrados en los últimos 15 años. Los asesinos han sido llevados a una sala de justicia en menos del 15 % de los casos. La violencia se ha lanzado con mayor fuerza sobre los profesionales del gremio en países en conflicto: Iraq, Ruanda, Somalia, Yugoslavia, Sierra Leona, mas caen también periodistas víctimas de la violencia en: Colombia, Rusia, India, Filipinas, México. En el 2003, por ejemplo, se asesinó en América Latina a 19 periodistas en cinco países, ese mismo año en la guerra de Iraq cayeron 14 periodistas. América Latina resultó ese año mucho más peligrosa que Iraq. El periodista es continuamente víctima de amenazas de muerte, golpizas, secuestros (ora desde la “legalidad” del poder gubernamental, ora desde la marginalidad del poder delincuencial). No son pocas las ocasiones en las que debe optar la variante “auto”: el "autoexilio" o "la autocensura".

Ante el periodismo del siglo XXI se levantan hoy infinitas y muy vastas posibilidades e infinitos y muy vastos retos. Entre ellos no cabe olvidar democratizar la información, recuperar (al vivificante lomo de la verdad y la objetividad) credibilidad, educar y no idiotizar, desmercantilizar la noticia, alejarse de esa noche de Walpurgis que es el poder, toda forma de poder, en especial el poder de las grandes corporaciones mediáticas10, hacer crecer a los pueblos y no empequeñecerlos. Emplear, en fin, toda la fastuosa parafernalia tecnológica con un fin socialmente ético.


NOTAS:

1-En 1702 nace en Inglaterra el primer noticiario escrito con periodicidad diaria, el Daily Courant, más tarde surgirían otras publicaciones: el galo Le Journal de Paris (1777), el norteamericano Pennsylvania Evening Post and Daily Advertiser (1783), el inglés The Times (1785). En América Latina se publica en 1722, en México, Gaceta de México.

2-En la historia
de la Imprenta no deben olvidarse los nombres del impresor alemán Johannes Mentelin (1458-1478); del italiano Pánfilo Castaldi (médico y tipógrafo allá por 1470) y del holandés Lorenzo de Coster (1370-1430).

3-La fotografía comenzó a utilizarse en la prensa diaria en el año 1880 por el Daily Herald inglés. Alemania fue la primera nación que insertó fotografías en revistas.

4-En los Estados Unidos, Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst representaron las primicias del poder mediático con la fundación y control de importantes medios de prensa.

5-En el mundo de hoy unas 15 naciones concentran el 75 % del ingreso mundial. El 20 % de la población del planeta concentra el 83 % de los ingresos. Gaye Tuchman en su obra La producción de la noticia (1983) afirma: “la libertad de prensa queda garantizada sólo a aquellos que poseen prensa.
” Se infiere que aquellos que no posean dinero no poseerán prensa. En consecuencia, cabe dudar de la libertad de prensa en el 80 % del mundo, ese que solo concentra el 17 % de los ingresos. (Gaye Tuchman es doctora en sociología en la Brandeis University en 1969, profesora de sociología de la Universidad de Connecticut, ha sido presidenta de la Eastern Sociological Society y confundadora y vicepresidenta de la Sociologists for Women in Society, consejera de la American Sociological Association. Especialista en sociología de la cultura, medios y género, miembro de los consejos editoriales de numerosas revistas académicas, entre ellas: American Journal of Sociology, American Sociological Review, Sociological Forum, Signs, Contemporary Sociology y Discourse and Society.
Autora de numerosas obras, tales como: Television Establishment: Programming for Power and Profit, Prentice Hall, Englewood Cliffs, 1975; Hearth and Home. Images of Women in the Mass Media (con Arlene Kaplan y James Benet), Oxford University Press, Nueva York, 1978; Making News: A Study in the Construction of Reality, Free Press, Nueva York, 1978; Edging Women Out: Victorian Novelists, Publishers and Social Change (con Nina E. Fortin), Yale University Press, 1989. En lengua española: La producción de la noticia. Estudio sobre la construcción de la realidad, Gustavo Gili, México DF, 1983.

6-
Los grupos del complejo militar industrial francés Lagardère y Dassault controlan Le Figaro, Paris Match, Marie-Claire, Larousse, Salvat o Lire, entre los dos controlan el 70% de la prensa francesa y gran parte del mundo editorial.

7-Alfabetización, cultura, escolaridad, tecnología, grandes conglomerados urbanos y la aparición de elementos democráticos a partir de la Revolución Francesa tuvieron un importante impacto sobre el periodismo. .

8-Serge Halimi de Le Monde Diplomatique sostiene: “¿Podemos como periodistas denunciar la situación cuando muchos de estos billonarios –los Bill Gates, Ruper Murdochs, Jean Luc Lagardères, Ted Turners y Conrad Blacks del mundo– son propietarios de los periódicos en los que escribimos, las radios en las que hablamos y las redes de televisión en las que aparecemos?”. (Serge Halimi es doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Berkeley, licenciado en Ciencias de la Información y Comunicación en la Universidad de París II y profesor en la Sorbona).En 1997 publicó el libro Los nuevos perros guardianes (Periodistas y poder), por el que obtuvo el premio de la Societé des Gens de Lettres.

9-La Corporación de Internet para los Nombres y los Números Asignados (ICANN) coordina la asignación de identificadores únicos en Internet, nombres de dominio, direcciones de Protocolos, números de puertos de protocolo y de parámetros. La ICANN tiene su sede en California, USA, y depende del Departamento de Comercio de Estados Unidos, de la legislación norteamericana, en consecuencia el Gobierno de ese país goza de cierto “poder” en cuanto a la posibilidad de bloquear sitios en Internet mediante el manejo del Domain Name System. Y no se ha limitado a tener la posibilidad: ha ejercido ese poder. A Cuba se le han censurado miles de sitios en Internet.

10-Citemos algunos de los más grandes emporios mediáticos del mundo: Bertelsmann AG, AOL Time Warner, New Corp, ComCast, Walt Dysney, Viacom, Google, Yahoo, Prisa, Vivendi Universal, Lycos, Microsoft, General Electric, Hearts Corp, The New York Time, The Wahington Post, Tribune, Mc GrawHill, Gannett, McClatchy, AT/ T Corp, Sony, Liberty Media Corp, cadenas como: ABC, CBS, NBC, CNN. Veamos como ejemplo los casos de: NEW CORPORATION del magnate australiano/inglés/estadounidense Rupert Murdoch, el nuevo Hearst, es la corporación de Comunicaciones más grande del mundo con un capital de 23 billones de USD, controla 175 periódicos, entre ellos los importantes The Sun y The Times, y 35 revistas en el todo mundo. Es dueño de las cadenas de TV por satélite Fox, Sky y National Geografic, de la Twentieh Century Fox, del Wall Street Journal, dueño de 40 grupos editoriales en USA, Canadá, Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelanda e India. AOL Time Warner con ganancias de 32 mil millones de dólares en el 2001, posee 64 magazines como Time, Life & People y MAD, varios en alianza con AT&T; sus cadenas de TV incluyen numerosas estaciones, redes, cables y producción de programas (CNN, HBO y TNT); posee 5 equipos de fútbol y/o béisbol; produce películas mediante Hermanos Warner y otras subsidiarias; tiene 40 sellos musicales y 4 editoriales de libros. El GRUPO PRISA (Promotora de Informaciones, Sociedad Anónima): líder de comunicación, cultura, entretenimiento, educación y multimedia en España, presente en 22 países de Europa y América; en el 2005 facturó 1483 millones de euros; controla 1235 emisoras de radio en España y América Latina; varias televisoras, entre ellas Canal +, y un importante grupo de editoriales. Tiene presencia en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, USA, Guatemala, México, Perú, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Rep. Dominicana, Puerto Rico. La cadena radial Clear Channel Communications controla 1 225 emisoras y 62 estaciones de TV.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Brindar la rosa
en el tiempo y el espacio mágico del aire radial.
Radializarla. Irradiarla.
Regarla con la poesía, la música, los dolores
y la esperanza que guarda la tierra.
Rehacer la rosa pétalo a pétalo,
Me quiere mucho,
muchito y todo.
Blindarla en el combate. Brindarla en el amor.
Risarla con alegre rebeldía.
La rosa brindada. Espacio de los intentos.


La rosa brindada

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