MARCHA EN SANTA FE A UN AÑO DE LA MUERTE DE LA JOVEN
Por Sonia Tessa Desde Santa Fe (Pag/12)
Es el caso de la joven mamá que murió el 17 de mayo de 2007, en el hospital Iturraspe de Santa Fe, como consecuencia de un cáncer de maxilar, que no fue tratado porque los médicos se negaron a hacerle un aborto terapéutico.
A Ana María Acevedo le gustaba cocinar. "En casa no podemos comer pizzas, ni churros, porque enseguida nos da mucha pena, nos acordamos de ella", dice Norma Cuevas, la mamá de la joven que murió el 17 de mayo de 2007, en el hospital Iturraspe de Santa Fe, como consecuencia de un cáncer de maxilar, que no fue tratado porque los médicos se negaron a hacerle un aborto terapéutico. "Yo no puedo probar bocado sin acordarme de mi hija. Para mí, ella no está muerta. La estoy esperando", agrega Haroldo, el papá, pero se emociona, y no puede seguir hablando. El diálogo se produce sobre el final de la marcha que se realizó ayer a la mañana en la capital provincial para pedir justicia. "Ana María Acevedo, presente", gritaron a lo largo de la jornada las manifestantes, convocadas por la Multisectorial de Mujeres de Santa Fe. "¿Con todo esto, mi mamá vuelve?", le preguntó a su abuela Aroldo Ramón, de cinco años. En la manifestación también estuvo Juan David, de dos, que terminó en brazos de Norma. A César Osvaldo, de tres, el papá no lo dejó viajar desde Vera para el acto donde se exigió justicia. La muerte de una mujer de 20 años es siempre desoladora, irreparable. Pero se hace insoportable cuando es producto de la falla de todas las políticas públicas y de la decisión de un grupo de profesionales que antepuso sus convicciones a la obligación de brindar salud. Es intolerable porque pudo evitarse.
El acto comenzó después de las 10. En varios momentos fue imposible evitar las lágrimas. En la mesa, frente al público, estaban sentadas las abogadas de la Multisectorial, que patrocinan a los Acevedo, Paula Condrac, Lucila Puyol y Mirta Manzur. Y Norma, quien relató su peregrinar entre los médicos, y también a los Tribunales, para exigir que a su hija le hicieran un aborto y la trataran por el cáncer. "Los doctores me decían que iban a ver y esperar, pero yo les decía que me la iban a matar a mi hija. Y ellos me contestaban '¿quién te dijo que tu hija se va a morir?' Y ahora hace un año que está muerta", dijo Norma. Las lágrimas caían sobre las mejillas de todos y todas las presentes, también de la diputada provincial del Partido Socialista, Lucrecia Aranda, la única legisladora que estuvo ayer. Hubo adhesiones, del diputado nacional Miguel Barrios, y su par Verónica Benas. También mandó su adhesión la diputada provincial Alicia Gutiérrez, del ARI autónomo y el presidente de la Cámara de Diputados provincial, Eduardo Di Pollina.
Las tres abogadas articularon un racconto de lo ocurrido con Ana María Acevedo. Manzur, que estuvo con la familia Acevedo durante los últimos días de la vida de Ana, habló desde el corazón. Relató que el entonces director del hospital, Andrés Ellena, le prometió a un funcionario de la Defensoría del Pueblo adelantar una cesárea que destrabara el tratamiento de rayos y quimioterapia que la enfermedad requería. "Recién el 30 de abril, al día siguiente de la cesárea, le hicieron la primera quimioterapia. Norma y Haroldo estaban exultantes, porque a Ana se le deshinchó un poco la cara. Tenían esperanzas. Y yo estaba contenta", relató mientras se quebraba su voz. La expectativa duró muy poco, porque al día siguiente Ana María entró en un coma irreversible. Y en "la fría tarde" del 17 de mayo falleció.
Fue la misma Manzur la encargada de recordar el dictamen del Comité de Bioética del Hospital, que el 27 de febrero desistió de realizar el aborto, y se amparó en "razones religiosas y culturales". La abogada puntualizó que "los médicos tienen la obligación de actuar con el compendio científico, y no con la Biblia o el Corán bajo sus brazos".
En la causa que investiga la muerte, cinco médicos fueron convocados a declarar como imputados, aunque todavía el juez Eduardo Pocoví no dictó procesamientos. Además de Ellena, fueron indagados el jefe de Oncología César Blajman, el médico de clínica general, David Yossen, el jefe de Ginecología, Raúl Musacchio y el radioterapeuta Jorge Venanzi. "Es una vergüenza que la causa esté en un juzgado correccional, con penas máximas de cuatro años, que son excarcelables", expresó Puyol, quien afirmó que "por lo menos corresponde la figura del dolo eventual, ya que los médicos pudieron prefigurar el desenlace y siguieron adelante con la decisión de negarle el tratamiento a Ana maría. Y además, fue expuesta a torturas". Las abogadas también iniciaron una reclamación al Estado provincial, en diciembre pasado, como paso previo a un juicio civil.
No sólo los padres y los hijos de Ana María llegaron ayer a Santa Fe, desde Vera, con el esfuerzo que implica recorrer cientos de kilómetros. También se movilizaron familiares de Avellaneda, localidad cercana a Reconquista. Una de las primas, Catalina Merlo, leyó un poema que hizo sobre su prima. "Mi nombre es Ana. Si por haber nacido pobre me condenan, como si fuera delito mi pobreza...", comenzaba el poema que arrancó aplausos y, una vez más, emoción.
El acto había empezado con un panel de representantes de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito de la capital Federal y las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. "Atrás nuestro siguen trabajando los asesinos de Ana María Acevedo. Si los programas y las leyes que ya conquistamos se hubieran cumplido, ella estaría con nosotros", inició su intervención Yamila, de provincia de Buenos Aires. Esa convicción llevó a las participantes del acto a corear el pedido de justicia por las calles de Santa Fe. Un pedido que se hace patente en las palabras de Norma, quien encarna la dignidad de pelear para que "nadie más sufra lo que le pasó a mi hija".
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