domingo, 22 de junio de 2008

Licha De La Cuadra, con quien tanto quería


parafraseando al poeta Miguel Hernández, Luis Velasco*, - un amigo de mi amigo Daniel Heffes -, escribe desde el amor y el dolor su "En La Plata, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo doña Licha De La Cuadra*, con quien tanto quería"


La semana pasada, internet me vomitaba la noticia: Licha De La Cuadra, cofundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, aparentemente eterna abuela de su hoy todavía desaparecida nieta Ana Libertad Baratti De La Cuadra, luchadora incansable contra la tiranía, pero para mí, una entrañable amiga, que siempre me produjo pudor, por no sentirme merecedor de su afecto y su cariño, había muerto.

Mi relación con ella comenzó, de alguna manera, una fría noche de aquel desangelado año de 1977. Aquella vez, luego de ser brutalmente torturados, humillados, golpeados, de sufrir varios translados, un compañero y yo somos finalmente depositados en una gran, fría y desnuda celda de lo que luego supimos que era la comisaría quinta.
Allí, mientras torpemente nos bajábamos un poco las capuchas e intentábamos que nuestros ojos se acomodaran a la oscuridad, aparecieron tres figuras fantasmales, vestidas con ropas de verano en pleno mes de julio, pelilargos, barbudos, sucios y muy flacos. Eran Héctor Baratti, Humberto Fracaroli y Ricardo Bonín. Habían caído en el mes de febrero, o sea hacía seis meses, fueron salvajemente torturados y ya sabían que estaban muertos, que las fuerzas represivas los mantenían con vida pero no por mucho tiempo.


Fue entonces cuando ví una de las escenas mas absurdas de mi vida, nos preguntaron cuando habíamos caído y nos pidieron un informe de la situación política.Creo que fue la primera vez que yo sonreí dentro del cautiverio. Compartimos 22 días con ellos. A mí me maravillaba el perfecto conocimiento que tenían del lugar, podían anticipar casi todo lo que iba a suceder. Sé que ahora resulta difícil de entender, pero nos reímos mucho y pasamos, dentro de lo que cabe, buenos momentos juntos.


Nos enseñaron a roer los huesos para tener calcio, "como los perros" decían. Baratti tenía una obsesión: sabiéndose ya muerto, al igual que su mujer Elena De La Cuadra, estaba muy preocupado porque la familia de ésta, supiera del nacimiento de su hija en cautiverio, y nos hacía memorizar a todos la dirección de los monoblocks donde vivía Licha y nos hacía comprometer a avisarle.


-Le pusimos Ana Libertad- y la mirada perdida en algún otro momento - Ana porque es el nombre que siempre quisimos y Libertad porque es nuestra reinvidicación mas querida-, terminaba con una ternura hoy inenarrable.

Luego vino uno de los tantos episodios con el cura Von Wernich.
Aquella mañana entró a la celda y se puso a discursear sobre que nosotros no debíamos sentir odio cuando éramos torturados.
A mí algo me hizo clic en la cabeza y le respondí, a pesar del terror que le tenía, que a ver si él tenía cinco tipos torturándolo, si podía sentir otra cosa que odio, a lo que el cura, con su bonhomía habitual contestó que nosotros debíamos pagar por el daño hecho al país, debíamos cancelar nuestra deuda con privación de libertad, torturas y muerte.
Fue entonces cuando Baratti, que
hasta ese momento se había mantenido callado, le espetó:- Y que culpa tiene mi hija, que está pagando ella que es una recién nacida en cautiverio y está desaparecida-.
Von Wernich, visiblemente molesto le contestó:- Los hijos deben pagar por la culpa de sus padres. ¿O que quieren que las entreguemos a los abuelos para que crien terroristas como los criaron a ustedes?- Y dicho esto se fue muy malhumorado.


Cuando estuvimos de nuevo solos Baratti me reprendió:
-¡Pero Gordo¿Vos estás loco?¿Como te vas a poner a discutir con este hijo de puta?-.

- Tenés razón - le respondí - Me fuí al carajo-.
Pero los dos sentíamos una íntima satisfacción.


El ocho de agosto nos llaman a otro compañero y a mí para un translado, Baratti se puso muy eufórico y me empezó a abrazar y a decirme: -Gordo, te largan, te largan- y yo le decía que se había vuelto loco, que qué me iban a largar y él me pidió que le dejara mi grueso abrigo de piel y corderoy y yo que pensando que solo me cambiaban de sitio, no se lo dí y lo dejé allí, muerto de frío y a mí evidentemente me pusieron en libertad.

Al salir, luego de la inmensa alegría lo que uno experimenta es un terror irrefrenable, luego de haber pasado por la ilógica sin razón de los asesinos. Pero mi compromiso con Baratti estaba ahí y no podía ni quería dejar de cumplirlo. entonces recurrí a un amigo, a un más que hermano, el prestigioso traumatólogo Osvaldo Romano, entonces estudiante de tercer año de medicina, que con su guardapolvo blanco, luego de la facultad, pasó por la casa de Licha a informarle del nacimiento de su nieta.
Osvaldo no tenía ningún tipo de militancia política, simplemente su compromiso ético, y como lo hacía todo, como si no tuviera impotrtancia, se metió en la boca del lobo y pasó la información.
Una más, de las muchas acciones anónimas y heroicas de un grupo de argentinos contra la dictadura.

Luego marché para el exilio, y a los 10 años volví por primera vez a mi ciudad. Allí otro buen amigo mío, el también doctor Daniel Heffes, era amigo de Licha y me dijo que querían conocerme. Yo por supuesto que fuí, acompañado de Daniel, al mismo departamento en los monoblocs, donde Licha y su hija Estela me esperaban con unas facturas deliciosas.

Allí descubrí a Licha, un anciana fuerte, carente de rencor, con quien charlamos y recreamos las anecdotas del cautiverio, las dolorosas y las cómicas, con quien nos reímos mucho y un poco lloramos también.
Yo sinceramente, creía haber cumplido. Pero al otro viaje, Daniel me dijo que la familia quería verme de nuevo, para aclarar alguna cosa de mi testimonio. Yo por supuesto que no puse ningún impedimento.

Me reuní con ellas y me dí cuenta de que no había nada que aclarar, que simplemente querían escucharme las mismas anecdotas varias veces repetidas, porque yo, era uno de los pocos, delgado y a mi juicio poco consistente, hilo con la vida de sus seres queridos. Resulta difícil imaginar lo que es tener un familiar desaparecido, por quien no se ha podido hacer el duelo, la hermana de Baratti, me decía hace poco, que hoy, treinta años después, ella sigue soñando con un encuentro alegre con su hermano.


Desde ese día cada vez que iba a la Argentina iba a ver a Licha. Ella me prodigaba con un afecto austero pero inmenso. Siempre tenía un regalito para mí, el video de mi declaración en El Juicio de la Verdad, un par de botellas de vino. Ella me decía, al tiempo que que me acariciaba
ligeramente el brazo: -Este es NUESTRO TESTIGO- y yo tenía que aguantarme la vergúenza qie me producía ocupar un lugar tan importante en la vida de alguien, solo por haber sobrevivido.

Se fue forjando en mi inconciente la idea de la imortalidad de Licha. De que cada vez que yo volviera a La Plata, ella iba a estar esperándome con unos mates y una factura para charlar. pero hoy la vida (o la muerte) se ha rencargado de demostrarme una vez más que esto no es así.


Al menos me queda la tranquilidad de que Licha pudo estar incólumne entre las primeras filas del público en el juicio a Von Wernich, que pudo escuchar mi reclamo al asesino por Héctor Baratti y por su nieta Ana Libertad, al menos pude recibir su cálido abrazo después de mi declaración.


Me queda el gusto amargo de que Licha nunca pudo recuperar a su nieta y de que Von Wernich, hablando de reconciliciación, no haya revelado su paradero.
No quiero hoy hablar aquí de la luchadora, de la institución. Quiero expresar mi pena por esta mujer sencilla y buena, quiero decirte Licha, que seguiré tomando mate contigo y contándote las mismas cosas. Quiero agradecerte la vida que me has dado. Luis Velasco. Madrid. Junio del 2008

* Alicia Zubasnávar de De La Cuadra falleció a principios de junio a los 92 años de edad. A "Licha" la dictadura le arrebató 7 familiares. Pero ella nunca dejó de luchar, fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo y hasta sus últimos días buscó a su nieta desaparecida, Ana Libertad.

*Luis Velasco fue uno de los testigo en la causa contra el cura
Cristian Von Wernich, ex capellán policial, condenado a reclusión perpetua por su participación en delitos de lesa humanidad en los centros clandestinos de detención Puesto Vasco, Coti Martínez y El Pozo de Quilmes.

2 comentarios:

Gabriela Arreseygor dijo...

Liliana Daunes, estoy armando una muestra fotográfica sobre Chicha Mariani, y me resultó tan conmovedor este relato para dar una idea de la co fundadora -junto a Chicha- de Abuelas de Plaza de mayo, que quisiera poder imprimirlo y que sea parte de la muestra, ya que tenemos una foto de Chicha y Licha juntas.
El evento es en La Plata, en el pasaje Dardo Rocha, los días 29 y 30 de abril. Si querés te mando más información.
Gracias,
Gabriela Arreseygor

juan dijo...

gabriela soy juan arreseygor capas que somos familia

Brindar la rosa
en el tiempo y el espacio mágico del aire radial.
Radializarla. Irradiarla.
Regarla con la poesía, la música, los dolores
y la esperanza que guarda la tierra.
Rehacer la rosa pétalo a pétalo,
Me quiere mucho,
muchito y todo.
Blindarla en el combate. Brindarla en el amor.
Risarla con alegre rebeldía.
La rosa brindada. Espacio de los intentos.


La rosa brindada

para enlazar