La Primera Junta indicó por decreto su fundación por ser necesario anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales.
Sus primeros redactores fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
Qué poco se recuerda a las mujeres, cuando hablamos de periodismo.
Es Leni González, periodista, precisamente, quien escribió hace unos años una nota sobre Publicaciones de mujeres en el siglo XIX Periodismo femenino: despertar de una mirada, que hemos guardado cuidadosamente para compartirla en la rosa brindada…
¿Por qué las señoras del país no hemos de tomar alguna parte en los útiles trabajos de U.?. (firmado por "La amante de su patria", en El Telégrafo Mercantil, 1801).
La historia de la participación de la mujer en el periodismo aún falta escribirse. Seguir este consejo, que pertenece a la investigadora norteamericana Janet Greenberg, implicaría reelaborar el conjunto de la historia de la cultura en Latinoamérica, ya que en la región fue la forma clave en que las mujeres participaron en el diálogo público, en contraste con las hermanas del norte que usaron su herencia protestante y el precedente del abolicionismo para reclamar el acceso a la vida más allá de las tareas domésticas.
En la Argentina, es a comienzos del siglo XIX en que pueden encontrarse los primeros testimonios de las inquietudes intelectuales femeninas, según la recopilación y el análisis de las historiadoras Lily Sosa de Newton, Patricia de los Heros de Müller y Francine Masiello. La Aljaba, en 1830, La Camelia, en 1852 y Album de señoritas, en 1854. representan las muestras iniciáticas de la participación de la mujer en la vida cultural y cívica en la Gran Aldea del Río de la Plata. Y de sus dificultades para conseguirla.
La pionera
Sin duda, la perspectiva histórica permite valorar la aparición de La Aljaba como un hecho revolucionario. Sin embargo, en aquella época tuvo un aguafiestas llamado La Argentina, la primera revista pretendidamente escrita para mujeres pero no por ellas. Su autor y director Manuel Irigoyen, redactor de la Gaceta Mercantil y convencido difusor del credo federal, es el hombre designado por el gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas para la proselitista misión de ganarse la adhesión de las esposas y novias para que éstas convenzan a sus hombres de la necesidad de un gobierno federal. Aunque desde el primer número, los primeros días de noviembre de 1830, el principal objetivo de La Argentina es político, se disfraza de periódico femenino con secciones de moda y belleza, poesía y cuentos. En sus consejos, recomienda a las mujere imitar al hombre en su mejor control de las pasiones"haciendo que la razón pese más que todas nuestras afecciones". Señoras y señoritas debías ser moderadas y especialmente, casamenteras. Los hombres solteros sueltos son peligrosos ya que tienen menos responsabilidades familiares y sufren más tentaciones para levantarse contra el gobierno, por lo tanto es misión fundamental buscar marido. Pero esta voz pronto iba a encontrar la otra campana. "Nos libraremos de las injusticia de los demás hombres solamente cuando no existamos entre ellos".
Después del título, en la bajada, aparece esta frase que define a La Aljaba. Dedicada al bello sêxo Argentino, auténticamente el primer periódico femenino que vio la calle el 16 de noviembre, a dos semanas de la aparición de La Argentina. Su creadora y redactora es una maestra y poeta nacida en Montevideo el 18 de octubre de 1787, Petrona Rosende de Sierra, a quien puede considerarse la primera periodista argentina. Desde el principio, Petrona deja sentado cuáles serán los temas preferidos: la juventud, la educación, la amistad, la moda y los acontecimientos sociales. "No se hablará de la guerra", escribió para diferenciarse de su competidora.
En la búsqueda de una posición más elevada para la mujer, trata con énfasis el tema de la educación de las hijas, para que las madres se ocupen personalmente y no la dejen en manos de tutores. "Entre los infinitos daños graves que nos causaron nuestros tiranos opresores, debe contarse, sin duda alguna, como el de mayor y de más trascendencia á toda la América, el gran sistema que habían adoptado sobre la adopción de ambos sexos, en particular y en general: pero donde más resaltaba su oposición era sobre las hijas: ellos las prohibían hasta saber conocer las letras del alfabeto: decían con la elocuencia de sus más fuertes razones que las mujeres que sabían leer y escribir eran las que se perdían...¿Puede un hombre manifestar de un mejor modo de estupidez?...¡Casi parece imposible que un racional se esprese tan toscamente!!!", expresa Petrona el 23 de noviembre. Se publicaba dos veces por semana y salieron 18 números. No pudo soportar los ataques de los otros periódicos que juzgaron sospechosa a esta publicación cuya autora nunca se dio a conocer.
Si bien cuando surgió, La Argentina felicitó a La Aljaba por su nacimiento, a menos de un mes ya había cambiado de opinión: "Hermanos legos: por vuestro lenguaje altisonante hemos conocido que no pertenecéis a este mundo y con gente de la otra vida no queremos tener negocios. Seguid con vuestra jerga y dejadnos tranquilas que con nadie queremos guerra. Hemos oído vuestros sermones y no nos hemos convertido. Continuad predicando que con el tiempo todo se consigue menos lo que vosotros solicitáis".
La relación se fue volviendo muy tensa e Irigoyen acusó a La Aljaba de plagiar un soneto. El cierre se precipitó en enero de 1831 y en una última carta, calificó a los autores de La Argentina de "ser machos sin haberlo merecido". Irigoyen se reconoció responsable de la muerte de La Aljaba y después de dar el pésame, ironizó: "¿Quién podría imaginar que la crítica de un soneto pudiese ocasionar tantos estragos en un corazón tan cándido?". El "cándido corazón" buscó consuelo en Montevideo y se refugió en la poesía y la docencia.
La polémica
Dos décadas pasaron hasta que volviera a emerger una nueva propuesta femenina. La caída de Juan Manuel de Rosas en 1852 provocó que algunas mujeres, dedicadas por lo general a la enseñanza, se lanzaron a publicar revistas literarias y libros. El 11 de abril de 1852 aparece La Camelia, revista de 4 páginas que salía tres veces por semana, escrita por un grupo de mujeres que firman "las redactoras" o con seudónimos y que tienen a su frente a Rosa Guerra, educadora y escritora nacida en Buenos Aires en fecha desconocida, autora de novelas como Lucía Miranda -sobre el drama de la conquista del Río de la Plata- y que colaboró en los diarios La Tribuna y La Nación Argentina con el seudónimo de Cecilia.
En La Camelia, junto al dibujo de la balanza en la página frontal, aparece el lema Libertad! No licencia: igualdad entre ambos secsos. Con la revista buscan retar a los hombres arrojando el guante "y esperan que lo recojan si son osados". El tono es abiertamente provocativo: "Séanos permitido...dar otro apretón de mano a los redactores de los Debates y dirigir una sonrisita de especial benevolencia al Señor Mitre, y para que este caballero a quien somos desconocidas, no vaya a creerse víctima de una mistificación ponemos en su conocimiento que: sin ser niñas ni bonitas, no somos viejas ni feas".
En la sección Editorial, pueden leerse sus quejas argumentadas con precursoras ideas sobre la igualdad de derechos: "Nosotras abogaremos con fuego por las franquicias que se nos deben; pero sin traspasar los límites que la misma naturaleza parece habernos prescripto: no caeremos en el desacuerdo de pretender tomar batallones, ni escuadrones de mugeres, cuando mas las impulsaremos a que se enrolen en la Guardia Nacional, pero de ningún modo transigiremos con las demasías de los hombres; entramos en una era de Libertad y no hay derecho alguno que nos escluya de ella", escribe en su primer número.
En la sección Variedades, presenta cuentos por entregas. En Correspondencia, establece diálogo y discusión con las lectoras y hasta algunos lectores. También se ocupa de Modas pero con una singular visión: "No vaya a creerse que bajo este epígrafe pensamos en detallar todas las puerilidades que se llaman Modas, de ningún modo. Aunque mugeres y por tanto amantes de las modas, somos bastante sensatas para pasar por alto esas pequeñeces, mucho mas cuando abundan figurines.
Nuestro artículo tiene una tendencia moral, por que estamos en la inteligencia que esta Señora Da". Pero el tono y las ideas defendidas por La Camelia resultan demasiado provocadoras y la crítica no la perdonó, ensañándose con alardes de cinismo como en el periódico burlesco El Padre Castañeta, dirigido por Miguel Navarro Viola: No faltará quien exclame/ leyéndoos: ¡hábil pluma!/ y hasta habrá tal vez alguno/ que porque sois periodistas/ os llame mujeres públicas/ por llamaros publicistas.
La respuesta abrió un retrueque acalorado entre las dos revistas: "Sin ser mujeres públicas ni publicistas hemos creído en estos momentos de libertad poder alzar nuestra voz para reclamar los derechos de igualdad entre ambos sexos...si somos ante el motor de la creación iguales, si tenemos el mismo fin, ¿cómo los hombres pueden juzgarse con derecho a supremacía?", contesta La Camelia. Sin apoyo para soportar los ataques, el 11 de mayo cerró sus puertas, después de 31 números. Una semana antes, la editora se había visto forzada a negar su participación en la revista en el diario Los Debates. La empresa quedó, inesperadamente, inconclusa, y Rosa comenzó a dedicarse principalmente a la literatura. Muere en Buenos Aires en 1864, el mismo año en que publica el libro de poesías Desahogos del corazón.
La educadora
El Album de señoritas, periódico de literatura, modas, bellas Artes y teatros, fue creado el 1º de enero de 1854 por una mujer con formación intelectual excepcional para la época, Juana Paula Manso. Diez años antes había fundado O Jornal de Señoras mientras vivía en Brasil, donde se había casado con el violinista portugués Francisco de Saa Noroña. Abandonada por su marido, volvió a Buenos Aires con sus dos hijas en 1853. Porteña, nació el 26 de junio de 1819 y sus padres se ocuparon especialmente de su educación. La familia tuvo que emigrar a Montevideo por razones políticas y allí Juana comenzó su carrera como maestra.
En Río de Janeiro, además del periódico, escribió dos novelas: Los misterios del Plata, de tono antirosista y La familia del Comendador, de denuncia social en el ambiente brasileño. El año 1854 se abre como "la promesa del comienzo de la difícil tarea que voy a emprender al volver después de 20 años al país: la de buscar una patria donde la inteligencia de la mujer no sea considerada un delito, donde su pensamiento no se considere un crimen".
Por eso, en el Album...explica a las mujeres y las actualiza en debates de la época como la homeopatía, la psicología, el magnetismo y nociones de filosofía. Pero además de resaltar la importancia de la educación, la ubica en su perspectiva de clase: "Las clases altas y abastadas, con mas facilidad sacuden el dominio del error, su ilustración es fácil: mas, esa clase pobre, sumida en el barbarismo o la prostitución, esa no se arrancará de ese estado sino con mas trabajo y perseverancia", escribe.
Si bien toma ejemplos de Europa y los Estados Unidos, cree fundamental un reconocimiento de lo nativo, de los valores americanos propios y con este objetivo, narra historias de viajes por el continente americano para que las lectoras aprendan sobre su territorio. Juana se había presentado con nombre y apellido como redactora y propietaria del periódico que, como todos entonces, se vendía por suscripción y en la imprenta. Para poder pagar el papel y la impresión se vio obligada a sumar a sus tareas de maestra particular, el de profesora de francés, inglés e italiano. Al problema económico y la falta de apoyo de las lectoras, se agregaba que era protestante y criticaba a los católicos.
Su artículo Libertad de conciencia del 12 de febrero precipitó el fin: "No provoqueis la lucha, porque sereis vencidos! Sí, respetad la libertad de conciencia, dejad la herejía en la tumba de donde no hay poder humano que la saque para hacerla revivir, porque ya no hay mas Santa Alianza de papas, cardenales y reyes, delincuentes todos! Ya no hay Cruzada Albigense posible en este siglo", argumenta. A los cinco días, sin ningún respaldo, Manso dio por terminado su intento de avanzada ("mi querido hijo cuya muerte prematura es para su madre una decepción") que apenas alcanzó a 8 números. "No fue voluntad la que me faltó", confiesa en la despedida del último ejemplar.
Poco después, Domingo Faustino Sarmiento le encargó la dirección de una escuela mixta, además de colaborar en la publicación --creada por el ex presidente-- los Anales de Educación Común, que Juana llegó a liderar en su segunda etapa, a pesar de todos los ataques en su contra. En 1871, fue nombrada miembro de la Comisión Nacional de Escuelas.
Falleció en Buenos Aires en 1875 y, como se le negó la sepultura en el cementerio de la Capital, fue enterrada en el de disidentes. El perdón oficial llegó cuarenta años más tarde: recién en 1915 sus restos fueron depositados en la Chacarita. Para esa época, muchos diarios socialistas y anarquistas eran escritos por mujeres y la pregunta sobre su destino y su lugar en la sociedad continuaría generando, como hasta hoy, más pasiones que debates en serio. Leni Gonzalez
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