El cordobazo fue un momento que condensa la historia de muchas luchas previas, y fue también una jornada de rebeldía juvenil y popular. No fue un levantamiento espontáneo. Fue un estallido amasado pacientemente por un movimiento obrero, que supo ser y hacerse clasista, revolucionario, socialista.
Los tiempos eran distintos al actual. La desocupación rondaba el 5%. Fueron obreros y estudiantes con sus necesidades básicas satisfechas los que se sublevaron contra la dictadura de Onganía. Los 14 años de proscripción del peronismo, un camino abierto en la resistencia del luche y vuelve, el entusiasmo que producía la revolución cubana en toda una generación, la revuelta contra la dictadura, prepararon en Córdoba el clima que derivó en el estallido del 29 de mayo. También estuvieron presentes revueltas lejanas/cercanas, como el Mayo Francés o
Eran tiempos de batallas emancipatorias, y de desafíos al poder. La unidad obrero estudiantil era más que una consigna, era un camino de construcción de poder popular. El nombre de Santiago Pampillón, obrero y estudiante asesinado en septiempre de 1966, era un símbolo de esa alianza histórica.
La voz de Agustín Tosco nos recuerda, que en el trasfondo de la lucha de calles que incendió las hogueras de Córdoba, había proyectos de poder popular, había estrategias de unidad de las fuerzas revolucionarias, y había una ideología socialista.
Aquel 29 de mayo de 1969, un acuerdo entre Elpidio Torres del Smata, Agustín Tosco de Luz y Fuerza y Atilio López de
Cuando la indignación ganó las calles,
Fue la insurrección, no espontánea, sino pacientemente incubada por un pueblo que años antes había construido
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