En medio de su recuperación, luego del prolongado ayuno que realizó para reclamar la revisión de su condena, la líder que internacionalizó el conflicto mapuche explica las razones de su lucha. Una dura batalla que se tiñó de sacrificio y agitación en calles y comunidades indígenas, y un coqueteo constante con la muerte.
"La Chepa es brava". Esa fama tiene Patricia Troncoco desde que hace más de una década se sumó a la lucha por la recuperación de tierras de las comunidades indígenas de las regiones VIII y IX del país, el Wallmapu (territorio mapuche). Una opción de vida que hizo sentir con todo el peso de la sangre mapuche que corre por sus venas, pese a su apellido winka, durante los 112 días que se mantuvo en huelga de hambre para reclamar entre otras exigencias la revisión del caso Poluco-Pidenco, por el que fue acusada de "ataque incendiario terrorista" y condenada a 10 años y un día de cárcel.
Pero en estos días, detrás de esa probada bravura asoma una Chepa que se recupera a paso acelerado, atenta a que se le "asome marzo" y que el Gobierno cumpla la palabra empeñada. Recostada en una cama igual a la que fue engrillada para aplicarle suero, uno de esos días en que sin dejar de mostrar los dientes a médicos y celadores sintió la muerte hasta en su aliento y, sin más, preparó su funeral.
Su queja hoy no es porque uno de sus custodios cabecee el sueño en la sala de espera, sino porque la furia contenida del volcán Llaima no es visible desde la ventana de la habitación 719 del hospital de Temuco. Allí, durante varias visitas encubiertas, relató a LND de puño y letra los pormenores de su largo ayuno y su visión de un conflicto que, a juzgar por los acontecimientos, parece estar comenzando.
-¿Qué le parece el nombramiento de Rodrigo Egaña por parte del Gobierno para tratar de avanzar en la solución del conflicto con el pueblo mapuche?
-Si hacemos un parangón con la ex ministra [Alejandra] Krauss [del Mideplan], es exactamente lo mismo. ¿Qué hizo esa señora? Se subió a un helicóptero, se paseó por las comunidades y lo único que se consiguió fueron mapuche presos, muertos y la compra de predios para algunas comunidades vía fondo de tierras. Los esfuerzos del Gobierno tienen el propósito, una vez más, de entrampar los temas de fondo. Egaña significa "hemos fracasado". A pesar de la represión, de los proyectos, de dividir ante la opinión pública entre mapuche buenos y mapuche malos, seguirán fracasando mientras el problema político-histórico sea tomado desde dos opciones: plata pa los buenos, palo pa los malos.
-¿Ayudará a la reconciliación entre los mundos huinca-mapuche la ley de reconocimiento de los pueblos indígenas?
-El reconocimiento constitucional no significa nada, si no son los mapuches los llamados ejercitar y hacer valer ese derecho. Se necesitan interlocutores válidos y resolutivos, y gestos reales para avanzar en nuestro proceso de reconstrucción política y autónoma. Por ahí, entre gallos y medianoche, se intenta buscar el reconocimiento constitucional, el Convenio 169 de la OIT ¿Eso tendrá sentido con represión? Deseo refrescar la memoria con respecto a la Ley Indígena y todas las esperanzas que se pusieron en ella, y las decepciones que significó. Cuando el Estado chileno desee hablar de territorio y autonomía es posible que conversemos. Pero ahora, con el bototo en la cara, es difícil.
-¿Qué opina de que la UDI haya impugnado el acuerdo que puso fin a su ayuno?
-La derecha defiende una forma de abordar una problemática con todo el rigor heredado de la dictadura, que busca entender la resistencia y defensa del territorio mapuche "como conductas terroristas". El otorgamiento de los beneficios no es caridad ni benevolencia, como han insinuado, es el derecho que tiene todo interno condenado. Los presos políticos mapuche que seremos beneficiados a partir de marzo contamos con los requisitos para optar a ellos. Otra cosa es que fruto de la política represiva que sostiene el Estado, que incluye también a Gendarmería, el acceso a esos beneficios haya sido negado de forma arbitraria en castigo por nuestras protestas, como la huelga de hambre.
-¿Qué importancia le asigna al rol que jugó la Iglesia Católica en la solución de la huelga?
-Monseñor Goic fue más visible, pero no podría olvidar a Camilo Vial, quien permanentemente nos mantenía informados de sus gestiones; al obispo de Chillán, Carlos Pellegrin, o monseñor [Ricardo] Ezzati. Ellos quizás no tienen el reconocimiento de sus gestiones, porque son obreros, cuyo trabajo es compromiso de vida. Monseñor Goic fue muy consecuente y responsable en comprender nuestra situación. Eso marca una recuperación de la Iglesia para el pueblo. Hemos comenzado a escuchar un discurso no sólo conciliador, como lo fue desde el fin de la dictadura, sino que ahora se asume el impacto de un modelo económico inhumano, que desgarra las entrañas de una sociedad con exitismo, poder, consumo, drogas e, incluso, el suicidio como opción válida si no lo soportas.
ATENERSE A LAS CONSECUENCIAS
-No cedimos ni un centímetro, sino que de forma inteligente buscamos caminos que canalizaran estas demandas. Pedíamos la desmilitarización de las comunidades, revisión del caso Poluco-Pidenco y la Ley Antiterrorista en una mesa de diálogo, y como gesto de buena voluntad, el reconocimiento de los beneficios carcelarios. Pero en Chile no existen condiciones para conversar nada. Si no, ¿cómo explicar los 112 días de castigo en una huelga que daba indicios de posibles diálogos que nunca ocurrieron? ¿Cómo hablar de la Ley Antiterrorista si el propio [ministro] Pérez Yoma lo dijo: "Lo volveremos a hacer si es necesario". Ante el mundo, Chile quedó como un país que aplica la Ley Antiterrorista y eso no es bien visto, porque de inmediato es asociado a la dictadura de Pinochet.
-¿Entonces usted cree que ganó esta batalla?
-A nivel nacional e internacional quedó en evidencia la violencia y militarización de las comunidades que hoy resisten. Hicimos entender al Gobierno, principalmente, que el tema de fondo es territorio y autonomía, y que debe poner fin a la represión de las comunidades y grupos de apoyo en la ciudad. Las soluciones de parche no sirven. Si tu pregunta es si ganamos, sí, ganamos. Nuestro enemigo tuvo que venir a mi cama a negociar y darme lo que pedía. Eso significa que ganamos. No yo, la Chepa, porque soy una obrera más de esta lucha, ganamos los mapuche.
-¿Insistirá en la revisión del caso Poluco-Pidenco en un nuevo juicio?
-Mantengo la idea de total indefensión. El mismo Estado que nos acusa también nos defiende con un defensor pagado por el Estado. La Ley Antiterrorista, el tema del debido proceso, la presunción de inocencia y los testigos sin rostro, lo tocaremos en tribunales internacionales, al igual que los asesinatos de mapuche que investiga la justicia militar.
-¿Hay confianza en que se cumpla lo pactado?
-Lo que está en juego es la credibilidad del Gobierno de Bachelet en materia indígena. Ver para creer. La historia y la experiencia nos dice que las políticas implementadas son meros parches y que todo lo que con la mano se escribe, con el codo se borra. El Gobierno puede decir lo que quiera, pero tiene que cumplir en marzo. No me dio a mí su palabra, se la dio a la Conferencia Episcopal, encabezada por monseñor Goic. La Iglesia es la garante, el Gobierno, el encargado de cumplir. Si no lo hace será su responsabilidad. Nosotros, los mapuche, estaremos atentos, vigilantes. Si no cumplen tendrán que atenerse a las consecuencias
DIÁLOGO AGOTADO
-¿Cómo califica las acciones de la Coordinadora Arauco Malleco, CAM?
-A pesar de toda la persecución, la CAM ha sido hasta ahora la expresión más digna de lucha y consecuencia. Allí no existen vinculaciones con grupos subversivos, que es usado como signo de menosprecio, como si los mapuche no tuvieran la capacidad de organizarse, pelear y avanzar política y estratégicamente. Estemos de acuerdo o no, la coordinadora es la que ha levantado la bandera vanguardista y confrontacional contra los usurpadores y el sistema capitalista. Mientras estén las forestales robándonos el agua y alteren los afluentes naturales, no tenemos otra opción que la confrontación y recuperar las tierras usurpadas. Eso trae represión, pero también resistencia y defensa.
-¿Por qué la CAM desechó toda posibilidad de diálogo con Rodrigo Egaña y advirtió que continuará con las acciones de resistencia?
-Es absolutamente comprensible. Nuestro pueblo ha agotado las instancias de diálogo con el Gobierno, porque éste no apunta a la devolución del territorio usurpado por las forestales o los latifundistas ricos. Lo que se ofrece es una compra de tierra que no tiene que ver con la recuperación de lo robado. Y se le paga al ladrón por devolverla. ¿Cómo lograron tanta tierra las forestales? Por una ley especial donde la subvención era el real negocio. Por comprar una hectárea, plantarla y explotarla, el Estado subvencionaba el 70%. El negocio ahora es que el mapuche se llene de eucalipto y pino, mientras ellos se dedican a comprar, acopiar y producir celulosa.
-La muerte del estudiante de la Ufro Matías Catrileo agravó la situación en la Araucanía. ¿ Se podría agudizar aún más el conflicto?
-La realidad del conflicto es que nosotros vivimos allí y eso nos hace defender y trabajar esas tierras. La represión siempre está de paso, pero nosotros quedamos. La estrategia represiva cambió y se duplicó el contingente policial con el único interés de provocar temor, reunir información, hostigar. Los carabineros son ahora los guardias forestales, los camperos de los ricos. No tienen otra función que proteger, fortalecer, expandir y perpetuar la dominación. Este es un conflicto político-histórico con el pueblo-nación mapuche que obedece principalmente al reconocimiento de su territorio y autonomía. No lo digo yo, sino la historia desconocida y tergiversada que aflora con la misma fuerza que el problema con Perú o Bolivia. Allí sí son válidos los tratados, los límites, cada centímetro de mar... Bueno, nosotros también trabajamos por recuperar lo robado. LND
(Extracto de las respuestas de la Chepa al diario La Nación de Chile).
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