martes, 21 de abril de 2009

por qué seremos tan gozosas?

por qué seremos tan hermosas...


por qué seremos tan perversas, tan mezquinas

(tan derramadas, tan abiertas)

y abriremos la puerta de calle al monstruo que mora en las esquinas,

o sea el cielo como una explosión de vaselina como un chisporroteo,

como un tiro clavado en la nalguicie

-y por qué seremos tan sentadoras, tan bonitas

los llamaremos por sus nombres cuando todos nos sienten

(o sea, cuando nadie nos escucha)

por qué seremos tan pizpiretas, charlatanas

tan solteronas, tan dementes

por qué estaremos en esta densa fronda

agitando la intimidad de las malezas

como una blandura escandalosa cuyos vellos se agiten muellemente

al ritmo de una música tropical, brasilera

por qué seremos tan disparatadas y brillantes

abordaremos con tocado de pluma el latrocinio

desparramando gráciles sentencias

que no retrasarán la salva, no

pero que al menos permitirán guiñarle el ojo al fusilero

por qué seremos tan despatarradas, tan obesas

sorbiendo en lentas aspiraciones el zumo de las noches peligrosas

tan entregadas, tan masoquistas, tan -hedonísticamente hablando- por qué seremos tan gozosas,

tan gustosas

que no nos bastará el gesto airado del muchacho, su curvada muñeca:

pretenderemos desollar su cuerpo y extraer las secretas esponjas de la axila

tan denostadas, tan groseras

por qué creeremos en la inmediatez,

en la proximidad de los milagros

circuídas de coros de vírgenes bebidas y asesinos dichosos

tan arriesgadas, tan audaces

pringando de dulces cremas los tocadores

cachando, curioseando

por qué seremos tan superficiales, tan ligeras

encantadas de ahogarnos en las pieles

que nos recuerdan animales pavorosos y extintos,

fogosos, gigantescos

por qué seremos tan sirenas, tan reinas

abroqueladas por los infinitos marasmos del romanticismo

tan lánguidas, tan magras

por qué tan quebradizas las ojeras, tan pajiza la ojeada

tan de reaparecer en los estanques donde hubimos de hundirnos

salpicando, chorreando la felonía de la vida

tan nauseabunda, tan errática.


Néstor Perlongher



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Brindar la rosa
en el tiempo y el espacio mágico del aire radial.
Radializarla. Irradiarla.
Regarla con la poesía, la música, los dolores
y la esperanza que guarda la tierra.
Rehacer la rosa pétalo a pétalo,
Me quiere mucho,
muchito y todo.
Blindarla en el combate. Brindarla en el amor.
Risarla con alegre rebeldía.
La rosa brindada. Espacio de los intentos.


La rosa brindada

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