"Quien considera detenidamente su origen,
ve que todos los Estados reposan sobre la violencia.
Francesco Guicciardini (1483-1540)
por Carlos Penelas para Agencia Pelota de Trapo
He adherido recientemente a
Marcharemos contra los mitos del Estado, contra el fetichismo del Poder. Hablaremos de moral, de insumisión, de un humanismo sin fronteras. Repetiremos a Horacio: “El hombre justo y tenaz no se doblega a la muchedumbre ni a los tiranos, ni a la mano de Júpiter tonante. Si el mundo cae en pedazos, sus ruinas lo golpearán sin producirle miedo.” Recordaremos a Gandhi y a Thoreau, a Cassirer y a Nicolai, a Rudolf Rocker. Levantaremos los nombres que condenaron la violencia, esa larga historia de derrotas y sangre que levantó héroes y verdugos y esclavos. Diremos Camus en contra de los prejuicios maliciosos, en contra de las revelaciones definitivas, en contra de la sumisión y el dogmatismo.
La fatalidad se opone a lo libertario. “La sociedad es el resultado de nuestras necesidades; el gobierno es el resultado de nuestra corrupción...” señaló Thomas Paine. Lo que permanece vivo es siempre la pasión, la apetencia de libertad, la sinceridad de la imaginación. Marcharemos contra la angustia y la desesperación, contra el aislamiento y la apatía. Hacia la racionalidad específica de lo irracional. Entre margaritas locas y vagabundos hablando de caballos.
Desde siglos la paradoja es brutal. Diversas corrientes ideologías queriéndonos persuadir sobre la bondad de sus ideas acuden al lenguaje de la metralla. Son cultivadores de la violencia. Por el camino del terror llevan banderas, himnos, monumentos, campos de concentración. Encarnecen derechos humanos, cualquiera sea su rótulo es parte de la barbarie y la regresión. La sociedad no altera la irracionalidad de los sistemas basados en la propiedad privada o en las imposiciones estatales. Afloran lacras, prejuicios y odios raciales; la homofobia, hombres providenciales, ensayos nucleares, la carrera armamentista, profetas del mito totalitario, el mesianismo estentóreo de una nueva revolución. De pronto todos somos actores, de pronto todos somos espectadores. Con Artaud nace el teatro de la crueldad, entre la ilusión y el simulacro. Afuera, la escritura putrefacta de lo real.
Marcharemos contra las formas obscenas; deshaciendo en el aire las violetas del lecho. La violencia se manifiesta en la complicidad y la locura del sistema. Marcharemos contra la alucinación de lo visible, contra la superficialidad, contra la pornografía de la información, contra la promiscuidad y la fascinación del vértigo. Marcharemos contra el hambre y la injusticia, contra el horror, contra la muerte. La violencia se manifiesta en la complicidad de la indiferencia. Marcharemos contra la miseria y la banalidad, desnudando el apogeo de lo indigno, de la especulación simbólica y política. La violencia se manifiesta en la culpabilidad, en un acto criminal, en la omnipotencia del burócrata, en las estadísticas. Neutralizan la mirada, la risa, la espontaneidad. Marcharemos en defensa de
La primera marcha mundial por
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